Monstruos contra alienígenas (2009)

“Monstruos contra alienígenas” no es una obra maestra cinematográfica, ni pretende serlo. Sin embargo, la película consigue, de manera inesperada, ser una experiencia de entretenimiento satisfactoria, especialmente para aquellos que disfrutan del cine de 'B' y del humor absurdo. La película, adaptada de una serie animada, se mueve con una despreocupación creativa que, a veces, se acerca a lo caótico, pero que, en general, funciona a su favor. El director, Simon Wells, decide abrazar la tontería desde el principio y no intenta ocultarla, lo que es un cambio de ritmo bienvenido en un género a menudo dominado por la seriedad.

La dirección, en general, es funcional, aunque carente de la ambición visual que uno podría esperar de una película con un presupuesto considerable. Las secuencias de acción, particularmente aquellas que involucran a los monstruos, son visualmente estimulantes, sobre todo si se busca el espectáculo desenfadado. La película se beneficia del diseño de producción, que le permite a Wells construir un universo visualmente rico, con los diferentes monstruos contundentemente diseñados y con una estética peculiar que los diferencia entre sí y del mundo que los rodea. Sin embargo, la transición de la animación a la live action no siempre es fluida, y se notan algunos puntos débiles en el maquillaje y los efectos especiales, aunque se compensan con la energía general de la película.

El reparto, liderado por Sigourney Weaver como la pragmática general, presenta una dinámica interesante. Weaver aporta una seriedad y un peso necesarios a un elenco que, en general, se basa en personajes caricaturescos. La interpretación de Michael γίνεται de los actores secundarios, como Bill Nighy, es excelente, aportando un toque de humor inteligente y memorable. Pero, sin duda, la fuerza de la película reside en sus criaturas. Cada monstruo, con su peculiaridad y sus motivaciones, está bien definido y contribuye al caos general de la historia. La química entre los personajes humanos y los monstruos, a pesar de las circunstancias extremas, es uno de los puntos fuertes de la película. Es, en esencia, una historia sobre la aceptación y la inclusión, disfrazada de batalla apocalíptica.

El guion, aunque a veces predecible, ofrece momentos de ingenio y sorpresa. La trama se desenvuelve a un ritmo vertiginoso, lleno de giros inesperados y situaciones cómicas. La idea de reclutar a una colección de monstruos para salvar al mundo es, en sí misma, bastante original. La película explora temas de prejuicio y discriminación, sugiriendo que la diversidad puede ser una fortaleza. No obstante, la historia no profundiza demasiado en estos temas, y se limita a utilizarlos como herramientas para impulsar la acción. La resolución, aunque satisfactoria, es algo rápida y un tanto simplista. En resumen, “Monstruos contra alienígenas” es un entretenimiento ligero y divertido, que no pretende ser mucho más que eso. No es una obra maestra, pero ofrece una dosis de acción, humor y monstruos que vale la pena ver, especialmente si buscas una película para desconectar y disfrutar de un caos organizado.

Nota: 6/10