Monstruos, S.A. (2001)

‘Monsters, S.A.’ es, en su esencia, una fábula de origen, un cuento de cuna digital que explora temas de miedo, trabajo, y, sobre todo, la construcción de la identidad a través de la profesión. Mike Mignola y Pete Docter, los directores, no se atreven a ser abiertamente una comedia de terror, aunque las situaciones en las que se encuentran nuestros personajes principales son, a menudo, bastante inquietantes. Lo que resulta, en su lugar, es una película sorprendentemente conmovedora que desafía las expectativas y, a la larga, te obliga a reflexionar sobre la naturaleza de la seguridad y la necesidad de la conexión humana.

La película se centra en James P. Sullivan, un especialista en asustar con el rostro pintado de azul, cuyo trabajo consiste en administrar dosis de miedo a los niños para generar energía para la ciudad de Monstropolis. Sullivan, interpretado magistralmente por John Goodman, es un hombre cuya vida está rígidamente estructurada y donde la rutina y la jerarquía son leyes inamovibles. La película no se limita a mostrarlo como un simple ejecutor de tareas; Mignola y Docter le dotan de una vulnerabilidad subyacente, de un anhelo por algo más allá de su función. La transformación de Sullivan, cuando se encuentra obligado a enfrentarse a la realidad de su trabajo y a la verdad sobre el origen del miedo, es el núcleo emocional de la narrativa. Goodman, con su habitual sutileza, logra transmitir esa evolución de una manera absolutamente creíble y profundamente humana.

La dirección visual es impecable. Monstropolis es un metrópolis surrealista, una ciudad construida sobre la ilusión de seguridad, que se percibe a través de una estética steampunk con toques de diseño industrial. Los colores son vibrantes, casi deslumbrantes, contrastando con los tonos más apagados y sombríos que se emplean para representar la inframundo de los monstruos. La animación, por su parte, es brillante, con un nivel de detalle y realismo asombroso, especialmente en las expresiones faciales de los personajes, que son capaces de comunicar una amplia gama de emociones. La banda sonora de Randy Newman, como de costumbre, es un componente esencial de la experiencia, tejiendo una melodía inquietante pero a la vez melancólica que acompaña a la historia.

El guion, coescrito por el equipo creativo, es inteligente y sorprendentemente sutil. La historia de la niña Boo, que inadvertidamente se introduce en la compañía, no es solo una trama secundaria, sino el catalizador para la evolución de los personajes. La película no recae en soluciones fáciles ni en simplismos. Explora la idea de que el miedo, al ser lo que más tememos, puede ser, paradójicamente, una fuente de conexión y de aprendizaje. La relación entre Boo y Sullivan es, sin duda, el corazón de la película, una reflexión sobre la inocencia, la amistad y la importancia de romper las barreras que nos rodean.

La película, a pesar de su ambientación fantástica y su estética cuidada, no es perfecta. A veces, el ritmo puede sentirse ligeramente desigual, y algunos momentos de humor podrían haberse desarrollado con mayor profundidad. Sin embargo, estos pequeños fallos palidecen en comparación con la fuerza de la historia y la emotividad de los personajes. ‘Monsters, S.A.’ es una película que te invita a cuestionar tus propias creencias y a reflexionar sobre el significado del miedo. Es una experiencia cinematográfica original, cautivadora y, en definitiva, conmovedora.

Nota: 8.5/10