“Montecarlo” es una comedia ligera que, si bien no alcanza la grandilocuencia de la tradición del cine de glamour, ofrece un entretenimiento agradable y, sorprendentemente, un poco de originalidad en su planteamiento. La película se presenta como una escapada a la frivolidad, pero la verdad es que se esfuerza por ser más que un simple cliché sobre viajes, fiestas y coincidencias fortuitas.
La dirección de Marco Kreuzberg es correcta, evitando caer en la torpeza que a veces caracteriza a estas comedias. Logra mantener un ritmo ágil y crea momentos visuales agradables, especialmente durante las escenas en Monte Carlo, donde la fotografía y el diseño de producción lucen con buen gusto. Sin embargo, a veces la dirección se ve perjudicada por un enfoque demasiado centrado en la comedia visual, que puede resultar un poco forzada y carente de profundidad. No es una dirección innovadora, pero cumple su cometido de entretener.
El reparto principal, liderado por Jenna Ortega, Lilia Rincon y Joel Bryant, es, en general, sólido. Jenna Ortega, que ha ganado popularidad con su papel en "Merida", demuestra su versatilidad como actriz, aunque su personaje, la joven que se ve envuelta en la confusión, a veces parece un poco unidimensional. Lilia Rincon, interpretando a la hermanastra, aporta un toque de sarcasmo y picardía que revitaliza la dinámica del grupo. Joel Bryant, en el papel del atractivo y sofisticado hotelero, es carismático y cumple su función de interés romántico sin aportar demasiada complejidad.
Lo más destacable de la película reside en su guion, que, al margen de algunos diálogos un tanto torpes, presenta un esquema narrativo curioso y con cierto potencial. La premisa de la confusión de identidad y la posterior aventura en Monte Carlo es cuanto menos original, y el guion explora con cierta inteligencia la superficialidad de la alta sociedad y la búsqueda de la felicidad material. Si bien la comedia no siempre es efectiva, hay momentos en los que la película logra sorprender con situaciones inesperadas y diálogos ingeniosos. El desarrollo del personaje principal, la joven que se ve obligada a asumir una identidad falsa, es el corazón de la trama, y su viaje personal es lo que le da un punto de conexión emocional a la audiencia.
En definitiva, “Montecarlo” es una comedia de placer instantáneo, un escape ligero y entretenido que, aunque no pretende ser una obra maestra, ofrece un punto de vista fresco sobre la búsqueda del sueño americano, esta vez con un toque de glamour y casinos. No es la película más inteligente del año, pero sí una opción agradable para una noche de cine.
Nota: 6.5/10