El Compromiso (2002)

“El Compromiso” (The Engagement, en su título original) no es una película que explote el drama romántico convencional, sino que se instala en un retrato meticulosamente construido de la clase media de Nueva Inglaterra en los años sesenta, y lo hace con una sutileza que, si bien es cautivadora, también puede resultar un tanto lenta para algunos espectadores. La dirección de Robert Cary es precisa, creando una atmósfera de tranquilidad melancólica, casi como si la película fuera un fragmento de una pintura impresionista, enfocándose en los detalles de la vida cotidiana: los coches clásicos, la ropa, los pequeños gestos, la comida, todo contribuye a ese sentido de época muy logrado.

El núcleo de la película reside en el personaje de Joe Nast, interpretado con una dignidad silenciosa por William Hurt. Hurt ofrece una actuación soberbia, capaz de transmitir la frustración contenida y el conflicto interno de un hombre atrapado en una narrativa socialmente impuesta. Su Joe no es un héroe romántico; es un hombre próspero, educado y con el peso de las expectativas familiares sobre sus hombros. La película se centra en su lucha interna por mantener las apariencias mientras alberga un deseo genuino y sorprendente: la de conectar con una mujer, Claire (Meryl Streep), que desafía por completo su mundo. La química entre Hurt y Streep es palpable, un intercambio de miradas que denota un entendimiento tácito, una atracción que nace de la simple necesidad de ser vistos y reconocidos por el otro.

La fuerza principal de la película radica en su guion. No se basa en explosiones o clichés, sino en la observación psicológica. El desarrollo de la relación entre Joe y Claire es gradual, casi imperceptible al principio. La película no te obliga a sentir nada, te permite observar cómo la atracción, el deseo y la decepción se entrelazan en un contexto social rígido. El guion explora las consecuencias de las expectativas familiares, la presión social y la búsqueda de la autenticidad. No juzga a los personajes, simplemente los presenta con sus limitaciones y sus sueños. El ritmo pausado, a veces casi contemplativo, podría resultar tedioso para aquellos que buscan acción, pero para los que aprecien la profundidad psicológica y la belleza sutil del retrato social, es un punto fuerte. La historia no busca una resolución grandilocuente; el final, con su quietud, es, en última instancia, más significativo.

Sin embargo, es importante señalar que la película, aunque efectiva, no es una obra maestra revolucionaria. El tema, aunque bien tratado, no es nuevo y la película se limita a explorar un microcosmos particular. Además, la lentitud del ritmo puede ser un factor limitante para algunos espectadores. No obstante, “El Compromiso” es una película valiosa, un estudio de personajes bien construido y con una atmósfera envolvente. Un homenaje a la elegancia del drama social de los años sesenta y una actuación memorable de William Hurt.

Nota: 7/10