Mordiscos peligrosos (1985)

“Mordiscos Peligrosos” (Palmeras en la Noche, en su título original) no es, para nada, una reescritura de “Entrevista con el Vampiro” o “Drácula”. En lugar de esa atmósfera gótica y sombría, nos encontramos con una estética pulida, casi campestre, que sorprende por su belleza visual y que, a primera vista, podría confundirse con un drama romántico de época. Sin embargo, bajo esa capa de elegancia se esconde una historia peculiar, a veces lenta, pero con un toque de originalidad que la hace recordar a las películas de vampiros clásicas, aunque sin recurrir a los clichés más evidentes.

La dirección de Gore Verbinski (conocido por su trabajo en la saga Piratas del Caribe) es, en este caso, muy particular. Evita los efectos especiales exagerados que suelen marcar la producción de vampiros. La sangre se vierte, por supuesto, pero se presenta de forma natural, realista, casi fotográfica. Esta decisión refuerza la sensación de estar ante una historia contada con cuidado, un drama psicológico con elementos sobrenaturales. Verbinski se enfoca en la atmósfera, en la intimidad de la mansión y en la relación entre la Condesa (Viggo Mortensen, con una actuación deslumbrante) y Sebastián (Cristoph Waltz, en un papel que resalta su talento para interpretar personajes duros y melancólicos). La fotografía, de Bradford Chapman, es sencillamente espectacular, inundando la pantalla de tonalidades cálidas y doradas que contrastan sutilmente con la oscuridad que se cierne sobre la historia.

Mortensen, en el papel de la Condesa, ofrece una interpretación magistral. Su personaje es a la vez aterrador y vulnerable, seductor y desconfiado. Su presencia en pantalla es magnética, y sus ojos transmiten una tristeza profunda que sugiere un pasado doloroso. Waltz, por su parte, construye un personaje de empleado servil pero con una inmensa dignidad. Su mirada, a menudo llena de melancolía y sospecha, añade una capa de complejidad a la trama. La química entre ambos actores es palpable, y su relación, basada en la dependencia y el secreto, es el corazón de la película.

El guion, coescrito por Vern Taylor y Daniel Kraus, no es la mayor fortaleza de la película. La trama, aunque interesante en su premisa, se desarrolla a un ritmo pausado. Algunas escenas podrían haberse alargado y otras acortado. La exploración de los motivos de la Condesa y el origen de su maldición podría haber sido más profunda. Sin embargo, las diálogos son bien escritos y, sobre todo, efectivos para establecer la tensión dramática y el ambiente de misterio. La película se centra en la moralidad, en las consecuencias del deseo y en la búsqueda de la redención, temas universales que resuenan a lo largo de la historia.

En definitiva, "Mordiscos Peligrosos" es una película visualmente impactante, con actuaciones destacadas y una atmósfera inquietante. No es una obra maestra, pero sí una experiencia cinematográfica original y sugerente. Una historia de vampiros que se aleja de los clichés y que apuesta por la introspección y la belleza visual.

Nota: 7/10