Morir en un tiroteo (2021)

“Morir en un tiroteo” no es solo una película sobre amor prohibido; es una declaración de guerra contra un mundo corporativo despiadado y una reflexión sobre el peso de las expectativas familiares. Alex Garland, director conocido por su sensibilidad social y su estilo visualmente impactante, logra en esta ocasión una obra que trasciende el género de acción y se instala como una comedia negra con un trasfondo de denuncia y una atmósfera tensa y profundamente inquietante.

La película nos presenta a Ben, interpretado magistralmente por Jesse Plemons, un joven con una mirada fija en el abismo y un deseo implacable de romper con las limitaciones impuestas por su padre. Plemons, con su actuación contemplativa y llena de sutileza, transmite a la perfección la alienación y la frustración de un individuo atrapado en un ciclo de violencia y resentimiento. La química entre Plemons y Florence Pugh, en el papel de Mary, es palpable y crea una dinámica de tensión magnética. Pugh aporta una vitalidad contrastante a la figura de Mary, una joven inteligente y rebelde que anhela la libertad y el amor, aunque se vea obligada a cumplir con los deseos de su padre.

Garland se distancia de la espectacularidad visual habitual del cine de acción y se sumerge en una estética que recuerda a una película de los años 80, con un uso inteligente del color, la iluminación y la banda sonora. La dirección de arte es impecable, con una atención al detalle que contribuye a la atmósfera opresiva y paranoica de la historia. La película, a pesar de su ritmo pausado en algunas secciones, mantiene una tensión constante, llevándonos a cuestionar las motivaciones de cada personaje y a anticipar la inminente explosión. El guion, adaptado de la novela homónima de Chuck Palahniuk, es inteligente y subversivo, explorando temas como la identidad, la violencia y la ilusión de control. Aunque a veces la trama se pierde en detalles superfluos, la esencia de la historia original se mantiene intacta.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. El giro argumental, aunque sorprendente, puede resultar algo forzado y no del todo justificado en el contexto de la historia. Además, algunos personajes secundarios son poco desarrollados y su presencia se limita a servir como herramientas para la trama. No obstante, estos pequeños fallos no empañan la experiencia global. “Morir en un tiroteo” es, en definitiva, una película provocadora y memorable, que invita a la reflexión y que plantea preguntas importantes sobre el amor, la familia y el precio de la libertad. Es una pieza cinematográfica que se queda en la mente mucho tiempo después de los créditos finales.

Nota: 8/10