Mother, Couch! (2024)

“Mother, Couch!” es una propuesta arriesgada, un thriller psicológico que, aunque no logra alcanzar la perfección, resulta ser una experiencia cinematográfica notablemente perturbadora y, en última instancia, satisfactoria. La película no se conforma con la mera tensión, sino que se adentra en la complejidad de las relaciones familiares, explorando las dinámicas de resentimiento, el peso del pasado y la dificultad inherente a la comunicación. La premisa, cuanto más extraña parece al principio, se revela como un espejo que refleja las profundas heridas de los personajes.

La dirección de Christian Dubeau es el elemento más destacable de la película. Dubeau construye una atmósfera claustrofóbica y opresiva con maestría. El uso de la iluminación, predominantemente baja y cálida, junto con la elección de los espacios cerrados – la tienda de muebles, con sus interminables pasillos y sofás antiguos – crea una sensación constante de inquietud. Sin embargo, la película no cae en el truco barato del horror esporádico. La tensión se genera de una manera mucho más sutil, a través de la acumulación de detalles inquietantes, el lenguaje corporal de los personajes y la ambigüedad constante que rodea al fantasma de la matriarca, Beatrice.

El elenco cumple con creces. James LeGault, como el patriarca William, transmite la fragilidad de un hombre consumido por la culpa y el arrepentimiento. David, interpretado por John LeMay, representa la desconexión emocional, y su actuación es impecable en la manera en que evoca la frustración y el dolor sin recurrir a la sobreactuación. Las actuaciones de los hermanos, tanto en pantalla como en off, son particularmente convincentes, y la dinámica entre ellos – un crisol de resentimientos y secretos – es el corazón de la película. El apoyo actoral de Marco y Marcus, interpretados por Michael McHale y Alex Paunovic, añade un elemento de extrañamiento y, de alguna manera, de consuelo a la trama principal.

El guion, adaptado de un cuento corto de Donald Trumpets (con adaptación de Dubeau y Greg Sullivan), es donde la película se muestra más debatible. Si bien la premisa es original y la idea de forzar a la familia a confrontar sus traumas a través de una situación absurda funciona relativamente bien, el ritmo es irregular. Algunos flashbacks, aunque necesarios para contextualizar el pasado familiar, se sienten algo forzados y ralentizan el desarrollo de la trama. Sin embargo, la historia se complica de forma inteligente y los giros inesperados, aunque a veces un poco abruptos, mantienen al espectador enganchado. La película explora temas profundos con una honestidad sorprendente, cuestionando la naturaleza de la memoria, el perdón y el legado familiar. La ambigüedad final, que no ofrece todas las respuestas, es un signo de madurez narrativa.

Nota: 7.5/10