Mothman, la última profecía (2002)

“Mothman, la última profecía” es una película que se mueve con deliberada lentitud dentro de un género que tradicionalmente exige acción y espectáculo. Dirigida por Peter Kirkham, la película se erige como un estudio de personajes y de la fragilidad de la razón frente a la inexplicable. El principal problema, y también uno de sus mayores atractivos, reside en la manera en que se construye la narrativa: no busca desvelar un misterio de golpe, sino que se sumerge en la progresiva desorientación de Richard Gere, interpretando a David, un hombre consumido por el dolor y una necesidad implacable de comprender lo ocurrido a su esposa.

Gere ofrece una actuación sólida y, en mi opinión, la columna vertebral de la película. Su David es un hombre roto, un científico que ha perdido su fe en la lógica y que se aferra a la esperanza de encontrar una explicación, por más improbable que sea. No es un héroe, sino un hombre desesperado, y Gere capta perfectamente esa vulnerabilidad y la creciente locura que lo carcome. Las actuaciones de Laura Linney, como la investigadora que intenta ayudar a David, y de Will Patton, que ofrece un apoyo constante pero con una mirada de inquietud, complementan a la perfección la tormenta interior del protagonista.

La dirección de Kirkham es precisa y atmosférica. La película utiliza la lentitud para crear una sensación de incomodidad y de inquietud palpable. La fotografía, con una paleta de colores apagados y un uso considerable de la luz natural, contribuye a ese ambiente opresivo y de misterio. El pueblo de Serenity, Virginia, se convierte en un personaje en sí mismo, un lugar aislado y con una atmósfera inquietante que se instala en la mente del espectador. Sin embargo, el guion, escrito por Michael J. Fox, a veces se siente un poco indulgente con las propias dudas de David, alargando ciertas escenas que, aunque evocadoras, podrían haberse condensado. La idea de explorar las creencias populares, como las de la criatura Mothman, es interesante, pero la película no se aventura a profundizar en su significado, limitándose a presentarlo como un elemento más de la paranoia del protagonista.

A pesar de sus defectos, “Mothman, la última profecía” es una película que vale la pena ver por su atmósfera, sus actuaciones y la interesante exploración de la psique humana ante la incertidumbre. Es una película que te dejará con más preguntas que respuestas, y que te hará reflexionar sobre los límites de la razón y la fuerza de la fe. No es un thriller convencional, pero sí una experiencia cinematográfica que se queda en la mente mucho tiempo después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es un trabajo metódico que demanda paciencia, aunque no sin recompensa para aquellos que estén dispuestos a dejarse llevar por su inquietante atmósfera.

Nota: 6/10