“Mr. Jones” no es una película que impacta con efectos especiales o una trama de acción vertiginosa. En cambio, logra una resonancia visceral a través de su sencillez y de la honestidad con la que relata un episodio crucial en la historia del periodismo y la Guerra Fría. La película, dirigida por Kief Davidson, se centra en la historia real de Hugh Macdonald, un joven periodista británico que, en 1963, se adentró en el corazón de la Unión Soviética para investigar las verdaderas circunstancias de la muerte de Abdul Rahman Shah, un campesino uzbeco que, según el gobierno soviético, había muerto de causas naturales. Macdonald, en busca de la verdad, se enfrenta a una encrucijada moral y profesional, y la película nos muestra ese viaje con una meticulosa atención al detalle.
El principal atractivo de "Mr. Jones" reside, sin duda, en la dirección de Davidson. Evita los clichés del género de espionaje y, en su lugar, se enfoca en la atmósfera, en la tensión palpable que se siente en cada escena. La película está ricamente ambientada en la Unión Soviética de principios de los años 60, con una fotografía impresionante que captura la desolación de los paisajes y la opulencia de las ciudades, a la vez que refleja la paranoia de la época. La banda sonora, aunque discreta, complementa perfectamente la narrativa y contribuye a crear una sensación de inquietud. Sin embargo, a veces, la película se diluye en una lentitud deliberada que, si bien busca imitar el ritmo de la investigación periodística, puede resultar un poco tediosa para el espectador menos familiarizado con este tipo de narrativas.
La interpretación de David Strathairn como Hugh Macdonald es excepcional. Strathairn logra transmitir la determinación, la vulnerabilidad y el conflicto interno del periodista sin caer en la exageración. Su mirada, llena de dudas y convicciones, se convierte en la lente a través de la cual el espectador experimenta la búsqueda de la verdad. La película también cuenta con un reparto secundario sólido, liderado por Juno Temple como una joven fotógrafa estadounidense que se une a Macdonald en su investigación. La química entre los dos actores es palpable y añade una capa de complejidad a la relación entre ambos personajes.
El guion, adaptado de un libro de Patrick Shepherd, es fundamental para el éxito de la película. Si bien la trama es relativamente sencilla, el guion se centra en la duda, la incertidumbre y la moralidad de la investigación periodística. La película plantea preguntas importantes sobre la libertad de prensa, la manipulación de la información y el poder de la propaganda. No se ofrece una respuesta fácil, y la ambigüedad de la investigación de Macdonald es precisamente lo que la hace tan interesante. Sin embargo, el guion podría haberse beneficiado de un ritmo más dinámico y de un desarrollo más profundo de los personajes secundarios. La película, por lo tanto, si bien es un testimonio valioso de un momento clave en la historia, podría haber alcanzado un mayor impacto con una mayor pulcritud estructural.
Nota: 7/10