Mr. Magoo (1997)

“Mr. Magoo” (1964) no es, estrictamente hablando, una película de alto drama. Pero su encanto reside precisamente en esa deliberada falta de pretensiones, en su dulzura sin concesiones y en su capacidad de evocar una nostalgia palpablemente generacional. Se trata de una comedia navideña clásica, un cuento de detectives torpemente optimista que, a pesar de sus años, sigue conservando una frescura y un corazón genuino. La película, basada en los cómics de Carl Theron, nos presenta a Quincy Magoo, un millonario visionario con una aguda inteligencia pero una terrible torpeza que lo convierte en el objeto de deseo de una banda de ladrones que buscan recuperar una joya robada.

La dirección de George Englund es sutil y eficaz. Englund logra equilibrar el humor pastelón con momentos genuinamente divertidos, sin caer en la caricatura excesiva. La película se beneficia de un estilo visual agradable, con una iluminación cálida y una cuidadosa composición de planos que acentúan la torpeza de Magoo y la elegancia de sus perseguidores. No es una dirección revolucionaria, pero es competente y contribuye significativamente al ambiente idílico de la película.

La actuación de Frank Morgan como Mr. Magoo es, sin duda, el corazón de la película. Morgan no solo captura la torpeza física de Magoo, sino también su ingenio brillante y su inquebrantable optimismo. Su interpretación es hilarante, natural y conmovedora a la vez. Las reacciones de Morgan, con sus gestos exagerados y su voz inconfundible, son la verdadera joya de la película. El resto del reparto secundario, incluyendo a Kaye Ballard como la ingeniosa y pragmática Bertha, completan el cuadro con actuaciones sólidas y convincentes. La química entre Morgan y Ballard es especialmente notable, aportando una dimensión adicional de humor y ternura a la narrativa.

El guion, escrito por Joseph L. Mankiewicz (un nombre familiar en el mundo del cine clásico), es inteligente y bien construido. Aunque la trama es sencilla, la película se beneficia de diálogos ingeniosos, situaciones cómicas inesperadas y un ritmo ágil. Mankiewicz no se toma los temas demasiado en serio y se permite un liberal uso del humor visual y de la slapstick. Sin embargo, tras el humor superficial, se intuye una crítica sutil sobre la materialidad del éxito y la importancia de la bondad y la empatía. El conflicto central, la búsqueda de la joya, sirve como pretexto para explorar la naturaleza humana y la relación entre los personajes. La resolución de la trama es satisfactoria, aunque predecible, y la película termina con una nota optimista y reconfortante, reflejando el espíritu navideño de la época.

En definitiva, “Mr. Magoo” es una película encantadora y memorable que trasciende su época. Es una comedia navideña inteligente, divertida y conmovedora que sigue siendo capaz de evocar sonrisas y sentimientos cálidos. Si bien no es una obra maestra del cine, es una película perfectamente disfrutable que vale la pena ver, especialmente durante las fiestas de fin de año.

Nota: 7/10