Mr. Turner (2014)

“Mr. Turner” no es un biopic convencional sobre un artista. Es más bien una disección psicológica del alma de un hombre consumido por su visión, por la búsqueda incesante de la luz y el color que lo definían. James McAvoy, en un papel que se ajusta a su talento habitual, entrega una interpretación audaz y, a veces, perturbadora del pintor William Turner. Su Turner es un ser complejo, un genio salvaje, atormentado por la soledad y una incapacidad para conectar plenamente con el mundo que lo rodea, a pesar de la superficialidad de sus relaciones sociales. McAvoy logra transmitir la intensidad de su mirada, la frustración contenida en cada gesto, y la melancolía que se filtra a través de la fachada de extravagancia.

La dirección de Mike Leigh es magistral en su enfoque fragmentado del tiempo. La película se mueve entre diferentes momentos de la vida de Turner, agrupando escenas que, a primera vista, parecen desconectadas. Esta estructura no solo refleja la mente inmersa de Turner, sino que también permite a Leigh explorar la naturaleza evocadora de su trabajo, mostrándonos la evolución de su estilo y la influencia de sus experiencias en sus pinturas. La película no se aferra a una narrativa lineal; en cambio, se sumerge en la atmósfera, utilizando la fotografía en blanco y negro para recrear los primeros años de Turner, y el color para representar su época dorada y su visión de un mundo saturado de luz.

La película se destaca especialmente en su retrato de la sociedad victoriana, presentándola no como un tapiz de decoro y buenas maneras, sino como un entramado de hipocresía, prejuicios y superficialidad. Las escenas en los burdeles, si bien son breves, son cruciales para entender la visión de Turner y su capacidad para percibir la belleza incluso en los lugares más sórdidos. La relación entre Turner y su padre, a pesar de la dinámica paternal y a veces cruel, es un eje central que revela su profunda necesidad de aprobación y su constante lucha por establecerse como artista. La aparición de Mrs. Booth, interpretada brillantemente por Marion Bailey, ofrece un atisbo de conexión y afecto, aunque efímero, que contrasta con la soledad persistente de Turner.

Sin embargo, la película no es perfecta. Algunos diálogos resultan un poco expositivos y la resolución de la trama, en términos de su final, puede parecer un tanto abrupta. No obstante, estas pequeñas deficiencias palidecen en comparación con la fuerza y la originalidad de la película. “Mr. Turner” es una obra que invita a la reflexión, que nos obliga a confrontar la fragilidad de la fama y la naturaleza paradójica de la genialidad. Es una película sobre un hombre que, a pesar de todo, logró capturar la esencia misma de la luz y el color, convirtiéndose en uno de los pintores más importantes de la historia del arte. La película no busca glorificar la vida del artista, sino mostrarlo con todas sus contradicciones, sus limitaciones y sus momentos de vulnerabilidad, ofreciendo una visión íntima y profundamente conmovedora.

Nota: 8.5/10