Mrs. Dalloway (1997)

“Mrs. Dalloway” de Oliver Herman Jackson no es una película para todos. No se trata de un espectáculo visualmente deslumbrante ni de un ritmo frenético que mantenga al espectador al borde del asiento. Más bien, es una meditación íntima y profundamente conmovedora, una adaptación magistral de la prosa densa y psicológica de Virginia Woolf, que logra, con un delicado equilibrio, capturar la esencia de la novela y la ofrecer a una audiencia moderna. La película se centra en la vida de Clarissa Dalloway, una mujer de 51 años que, en el Londres de 1923, se prepara para una gran fiesta en su casa. Sin embargo, más allá de la organización de la celebración, la película explora las reverberaciones del pasado, las fugaces conexiones humanas y la búsqueda del significado en la vida cotidiana.

La dirección de Oliver Herman Jackson es, en esencia, silenciosa pero increíblemente poderosa. Jackson evita la necesidad de diálogos extensos para comunicar los pensamientos y emociones de Clarissa. A través de la lente y la composición, se crea una atmósfera de melancolía y contemplación. Hay una belleza estática, casi surrealista, en la manera en que se filma el Londres de los años veinte, con sus calles empedradas, sus cafés concurridos y sus edificios imponentes. La película no pretende representar la historia de Londres, sino más bien la experiencia subjetiva de Clarissa en su ciudad.

Thora Birch ofrece una actuación absolutamente cautivadora como Clarissa Dalloway. Su interpretación es sutil y precisa, capturando la complejidad emocional de la protagonista sin caer en la melodrama. La actuación es impecable en la representación de la fragilidad, la nostalgia y el anhelo que definen a Clarissa. Las interpretaciones de los actores secundarios, incluyendo a Mark Leishman como Septimus Smith y Anthony Stewart Boyle como Richard Dalloway, son igualmente sólidas, aportando matices y profundidad a los personajes secundarios. La relación entre Septimus y Clarissa, aunque breve, se siente como una fuerza motriz que conecta con el resto de la película.

El guion, adaptado del libro de Woolf, es, sin duda, la pieza central de la película. Jackson ha logrado traducir la naturaleza fragmentada y repetitiva de la novela al lenguaje cinematográfico con una habilidad asombrosa. La película no rehuye la naturaleza circular y retrospectiva de la historia, permitiendo que los recuerdos y las conversaciones fluyan libremente, a menudo sin una cronología lineal. Esto puede ser desconcertante al principio, pero a medida que el espectador se sumerge en el mundo interior de Clarissa, la estructura narrativa se revela como una herramienta para explorar la naturaleza del tiempo, la memoria y la identidad. La película respeta la voz interior de Woolf y se adhiere a su estilo literario, incluyendo la repetición y los detalles sensoriales que caracterizan su escritura. Es importante notar que la película omite algunos eventos cruciales del libro, pero estas decisiones se justifican por el enfoque en la experiencia emocional y psicológica de la protagonista.

En definitiva, “Mrs. Dalloway” es una película que exige paciencia y una mente abierta. No es una película para espectadores que busquen acción o entretenimiento convencional. Sin embargo, para aquellos dispuestos a sumergirse en su atmósfera introspectiva y a reflexionar sobre los temas universales que aborda – el amor, la pérdida, el envejecimiento y la búsqueda del significado – se convertirá en una experiencia cinematográfica profundamente gratificante.

Nota: 8/10