“Muere otro día” no es una bomba de acción en el estilo de las películas de Bond más puras, ni tampoco una profunda reflexión existencial. Es, simplemente, una película de espías que se esfuerza por ser algo más y, en algunos aspectos, lo logra, aunque con un resultado que se siente a veces como un experimento fallido. La dirección de Gareth Evans, conocido principalmente por su trabajo en “Banshees” y “Havoc”, demuestra un control visual asombroso y un ritmo frenético, pero el resultado final carece de la fluidez narrativa que caracterizaba sus trabajos anteriores. La película se basa fuertemente en secuencias de acción intensas y coreografías elaboradas, que son visualmente impresionantes y, a veces, incluso sorprendentes, pero que a la larga, pueden resultar un tanto agotadoras.
Las actuaciones son un punto fuerte indiscutible. Henry Cavill, en el papel de James Bond, ofrece una interpretación más seria y menos caricaturesca que en algunas de sus entregas anteriores. Bond aquí no es el genio táctico y desengañado, sino un hombre consumido por la misión, alguien que ha visto demasiado y que se debate entre el deber y sus propios límites. No obstante, la caracterización de Zao, interpretado por Sung-Kyung Ryu, es, quizás, la más interesante. Ryu logra transmitir una ambición fría y calculadora, pero también una vulnerabilidad subyacente que le da profundidad al villano. La dinámica entre Bond y Zao es el corazón de la película, y la tensión que se crea entre ellos es palpable.
El guion, sin embargo, es donde la película se tambalea más. Si bien la trama de la unificación de las Coreas y la amenaza a Japón y Estados Unidos es intrigante, la ejecución no siempre está a la altura. Algunos diálogos son torpes y la historia a veces se siente apresurada, con giros argumentales que no siempre se desarrollan de forma satisfactoria. La inclusión de Jinx y Miranda Frost, dos personajes icónicos pero ligeramente desfasados, puede parecer una licencia artística, pero su integración en la narrativa no siempre resulta orgánica. Si bien sus apariencias son visualmente impactantes y añaden una capa de intriga, sus motivaciones son a menudo poco claras y su impacto en el desarrollo de la trama es, en última instancia, limitado.
En definitiva, “Muere otro día” es una película que ofrece momentos de puro entretenimiento y acción espectacular. Gareth Evans demuestra su talento como director, pero el guion es su debilidad. Es una película que podría haber sido mucho mejor, pero que, a pesar de sus fallos, ofrece suficiente adrenalina y visuales impresionantes para mantener la atención del espectador. No es una película que cambiará tu percepción de James Bond, pero sí es un espectáculo visualmente atractivo y con actuaciones decentes, aunque no sobresalientes.
Nota: 6.5/10