Muerte a 33 R.P.M. (1986)

“Muerte a 33 R.P.M.”, dirigida por Jonathan Demme, no es una película que se olvida fácilmente. Más allá de su atractiva portada y de la promesa de un thriller adolescente con toques macabros, la película se revela como una irónica y perturbadora reflexión sobre la obsesión, la cultura del rock y la banalidad de la vida americana. Demme, conocido por su maestría en el suspense psicológico, aquí despliega una atmósfera inquietante que se te instala en la mente, mucho después de que terminan los créditos.

La película sigue a Eddie Weinbauer, interpretado con una notable naturalidad por Johnny Depp. Depp, en un papel que parecía forjado a su medida, logra captar la desesperación, la ingenuidad y la frustración de un adolescente que busca desesperadamente un significado en el mundo a través de la música. La actuación de Depp no es grandilocuencia, sino una meticulosa observación de los pequeños detalles que revelan el vacío interior de Eddie. El personaje es un espejo de la cultura consumista y la búsqueda incesante de la perfección que define a la juventud moderna. Demme logra, a través de Depp, que el espectador se sienta incómodo, cuestionando la propia obsesión por la fama y la imagen.

La dirección de Demme es, como siempre, impecable. El uso de la cámara es sutil pero efectivo, enfatizando la sensación de claustrofobia y la creciente tensión. La película no recurre a sustos baratos, sino que construye el horror a través de la sugestión y la ambigüedad. La banda sonora, compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, es un elemento clave para el tono general de la película, utilizando ritmos hipnóticos y arreglos electrónicos que intensifican la sensación de irrealidad y decadencia.

El guion, coescrito por Demme y Jaymison Sterling, es inteligente y, a veces, profundamente oscuro. Explora temas como la obsesión por la fama, la superficialidad de la cultura juvenil y la fragilidad de la identidad. La trama, aunque inicialmente parece simple, se complica gradualmente, revelando motivaciones ocultas y personajes sorprendentemente complejos. El desarrollo de los personajes secundarios, como el director de escuela, el jefe de policía y la madre de Eddie, añaden capas de complejidad a la narrativa, demostrando que la película no se limita a una simple historia de horror adolescente.

Sin embargo, “Muerte a 33 R.P.M.” no es una película para todos los públicos. Su tono sombrío y su exploración de temas controvertidos pueden resultar perturbadores para algunos espectadores. Pero, si se aprecia una película que desafía las convenciones del género y que ofrece una mirada crítica y a menudo desalentadora a la sociedad americana, esta película merece ser vista y analizada. Demme logra crear una experiencia cinematográfica memorable, aunque no necesariamente agradable, que permanece en la mente mucho tiempo después de la proyección.

Nota: 8/10