Muertos y enterrados (1981)

“Muertos y Enterrados” no es una película que te asuste en el sentido tradicional del thriller. No hay jumpscares fáciles ni persecuciones frenéticas. Lo que sí ofrece, de forma magistral, es una atmósfera de inquietud palpable y un descenso lento pero inexorable a la paranoia. La película de Dan Berk y Alex Crozka, heredera del espíritu de Ridley Scott y sus primeros trabajos en "Alien", se construye sobre la base de un pequeño pueblo americano, Potters Bluff, donde la normalidad se desmorona progresivamente a medida que un nuevo y perturbador patrón emerge: la llegada de cadáveres extraños, siempre acompañados de signos de violencia brutal. Este detalle, aparentemente simple, se convierte en el núcleo de una narrativa que explora la vulnerabilidad humana ante lo desconocido y la corrupción que puede esconderse bajo la fachada de la comunidad.

La dirección de Berk y Crozka es la clave del éxito de la película. Su enfoque en la construcción de la atmósfera es impecable. Utilizan el espacio de manera eficiente, mostrando el pueblo como un lugar aislado y claustrofóbico. Los planos largos, la iluminación natural y la banda sonora minimalista contribuyen a generar una sensación de incomodidad y desasosiego. No se conforman con mostrar la violencia explícitamente; la sugieren a través de la meticulosa caracterización de los cadáveres, la reacción de los habitantes del pueblo y la mirada dubitativa del detective Dan Hedley, quien, en el papel de Dan, asume un papel central y sorprendentemente humano. Hedley no es el héroe clásico que se enfrenta a un maldad manifiesta; es un hombre atormentado, marcado por su pasado, que lucha contra sus propios demonios mientras intenta desentrañar un misterio que parece no tener solución.

La actuación de Hedley es, sin duda, el corazón de la película. Hedley aporta una vulnerabilidad que contrasta con la frialdad del forense, interpretado por el siempre efectivo William Fichtner. Su personaje, desconfiado y con una profunda sospecha hacia los demás, ofrece un punto de vista interesante al lector. La relación entre los dos personajes, tensa y llena de desconfianza mutua, es uno de los aspectos más fuertes de la película. Fichtner, por su parte, ofrece una interpretación sutil pero inquietante, transmitiendo una sensación de quietud amenazante. La película se beneficia enormemente de estas dinámicas de poder y de sospecha.

El guion, a pesar de su aparente sencillez, está bien construido. Se toma su tiempo para revelar la información gradualmente, manteniendo al espectador en vilo. La trama no se basa en giros argumentales sorprendentes, sino en la exploración de la psicología de los personajes y la creación de una atmósfera opresiva. La película no ofrece respuestas fáciles y, al final, deja al espectador con más preguntas que respuestas, lo que refuerza el impacto psicológico de la historia. "Muertos y Enterrados" es, en última instancia, una meditación sobre la soledad, el miedo y la fragilidad de la identidad.

Nota: 7.5/10