Mune, el guardián de la luna (2015)

“Mune, el guardián de la luna” es una película que se presenta como una fantasía visualmente atractiva y, en cierto modo, conmovedora, aunque al final no logra consolidarse como una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable. La dirección de Gareth Edwards, conocido por su trabajo en “Rojo y Blanco” y “Bajo el mar: La हंगामा del Leviatán”, aporta una estética particular, pulida y llena de detalles, donde la utilización del CGI es casi siempre impecable, creando un mundo de criaturas y paisajes oníricos que atrae la atención. Sin embargo, esta belleza visual es, a veces, un disfraz que oculta una historia poco desarrollada y diálogos por momentos artificiosos.

La trama, centrada en la misión de Mune para proteger la Luna, es intrínsecamente simple. A pesar de ser una premisa interesante, el desarrollo de la historia se siente apresurado y las subtramas, como la historia de amor entre Mune y Glim, se plantean sin profundizar en las motivaciones de los personajes o en los riesgos reales que enfrentan. La amenaza del Titán, aunque visualmente impactante, se percibe como algo casi mecánico, un catalizador para que la acción principal pueda desarrollarse sin mayor complejidad. El guion, en general, carece de la sutileza y la profundidad necesarias para que la película trascienda el mero entretenimiento infantil. La comedia, a menudo, se basa en la torpeza de los personajes y en situaciones absurdas, que, aunque pueden resultar graciosas en el momento, no generan una conexión emocional duradera.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Andy Serkis, quien aportó su inigualable talento a la franquicia de "El Señor de los Anillos", se sumerge en el papel de Mune con una sensibilidad que evoca un sentimiento de vulnerabilidad y bondad. Su interpretación es fundamental para que el público se identifique con el personaje y se preocupe por su destino. La joven Reo Pace también aporta un toque de genuinidad a su papel como Glim, transmitiendo una sensación de inocencia y determinación. Sin embargo, la dinámica entre los personajes, en general, no llega a explorar su potencial por completo. La actuación de John C. Reilly como Sohone, el orgulloso guardián del Sol, ofrece momentos de humor y ternura, pero queda relegado a un papel secundario y su motivación para ayudar a Mune a menudo es poco clara.

En definitiva, "Mune, el guardián de la luna" es un intento de crear una fantasía familiar original, pero que, en última instancia, se queda a medio camino. Su estética visual es impecable, las actuaciones son sólidas y la premisa, aunque sencilla, tiene potencial. No obstante, el guion carece de profundidad y la historia se siente apresurada, reducida a la mera diversión. Es una película que podría haber sido mucho más, pero que, al final, se queda en un entretenido, aunque olvidable, ejercicio de animación.

Nota: 6/10