Asesinato en el Orient Express (1974)

“Asesinato en el Orient Express” es una película que, a pesar de contar con un título y un trasfondo que evocan una época dorada del cine de detectives, no logra alcanzar el esplendor que su historia podría haber representado. La cinta, dirigida por Kenneth Branagh, ofrece un espectáculo visualmente atractivo, pero se ve lastrado por un guion que, si bien recrea la atmósfera de un viaje en un tren lujoso de la década de 1930, carece de la profundidad y la complejidad que un misterio de este tipo requiere. La premisa, un asesinato en el legendario Orient Express, es tentadora y la introducción de Hercule Poirot, interpretado magistralmente por Kenneth Branagh, resulta prometedora. Branagh, con su característico acento belga y meticulosa actuación, se sumerge de lleno en el papel del detective obsesivo y profundamente analítico, dotándole de una cierta encanto que se echa de menos en el resto de la película. Sin embargo, la película se centra demasiado en la recreación de la época, sacrificando la sustancia narrativa.

El guion, aunque intenta generar suspenso, se basa en una serie de clichés del género. Los personajes son, en su mayoría, arquetipos: el aristócrata cínico, la joven ingenua, el profesor excéntrico, el diplomático con secretos, etc. Aunque se intenta darles algo de matiz, la mayoría carecen de verdadera profundidad y su desarrollo psicológico es superficial. La trama se complica con una serie de redadas de sospechosos, pero estas se presentan de forma a veces forzada, con revelaciones que no siempre se justifican lógicamente. Se intenta introducir elementos de intriga política y corrupción, pero estos se integran de manera desordenada y no contribuyen significativamente al misterio principal. El ritmo de la película es irregular: alternando momentos de tensión artificial con largas secuencias que se sienten innecesarias, ralentizando el desarrollo de la historia.

Las actuaciones son generalmente sólidas. Además de la ya mencionada actuación de Branagh, Michelle Pfeiffer ofrece una interpretación convincente como la viuda Hapsburgo, un personaje turbio y enigmático. Johnny Depp, como el Capitán Sam Ratchett, aporta una presencia magnética, aunque su personaje se siente un tanto unidimensional. Otros actores secundarios, como Penélope Cruz y Daisy Ridley, contribuyen a la ambientación, pero sus papeles son secundarios y no ofrecen la oportunidad de mostrar más profundidad.

Visualmente, la película es impecable. La producción ejecutiva ha logrado recrear con fidelidad el lujo y la elegancia del Orient Express en los años 30. Los escenarios son grandiosos, el vestuario es detallado y la fotografía contribuye a crear una atmósfera envolvente. Sin embargo, la belleza visual no compensa las carencias narrativas. La banda sonora, aunque efectiva, se siente un tanto genérica y a veces opresiva. En definitiva, “Asesinato en el Orient Express” es un espectáculo entretenido pero superficial, que podría haber sido mucho más si hubiera apostado por un guion más elaborado y personajes más complejos. Se siente como una recreación visual de un clásico, pero sin la chispa que lo diferenciaba.

Nota: 6.5/10