“Murina” no es simplemente una película de crimen; es una disección psicológica con un atractivo visual innegable. Dirigida por Robert Binski, la cinta se sumerge en la atmósfera densa y melancólica de la costa croata, convirtiéndose en un espejo que refleja las tensiones latentes de una familia en crisis. La película se centra en la audaz decisión de Mia (Gracija Filipović), una joven atrapada en una dinámica familiar tóxica, de reemplazar a su padre, un hombre consumido por la culpa y el alcoholismo (Cliff Curtis), por su nuevo y adinerado amigo, Luka (Leon Lučev). Esta apuesta por el cambio, aunque impulsada por la desesperación, desencadena una red de secretos, mentiras y traiciones que se entretejen con una precisión escalofriante.
La dirección de Binski es magistral, utilizando los espacios abiertos y el paisaje costero como un personaje más. Los planos largos y contemplativos, la luz natural y la paleta de colores desaturados contribuyen a crear una atmósfera de inquietud constante. La película no rehúye la oscuridad, tanto física como emocional, y se permite mostrar la crudeza de la situación familiar. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, refuerza la sensación de incomodidad y presagio, creando un eco que acompaña a los personajes a lo largo de la trama.
Las actuaciones son sobresalientes. Gracija Filipović ofrece una interpretación convincente y compleja de Mia, capturando su vulnerabilidad, su ambición y su creciente paranoia. Su transformación a lo largo de la película es palpable, y logra transmitir de manera efectiva la carga emocional que pesa sobre su personaje. Cliff Curtis, por su parte, entrega una actuación sutil pero poderosa, mostrando la desesperación y el dolor del padre, sin caer en estereotipos. La química entre Filipović y Lučev es fundamental, y la interpretación de Leon, interpretada por un joven prometedor, aporta un elemento de ambigüedad e incertidumbre que impregna la narrativa.
El guion, adaptado de la novela de Nina Benčić, se adhiere a una estructura narrativa inteligente y precisa. La trama se desarrolla a un ritmo constante, alternando momentos de tensión directa con flashbacks que revelan los secretos del pasado familiar. La película evita las soluciones fáciles, explorando las motivaciones de los personajes con un enfoque realista y sin concesiones. La complejidad de las relaciones familiares y la ambigüedad moral de los personajes obligan al espectador a cuestionar sus propias ideas sobre la justicia y la redención. No obstante, la película podría haberse beneficiado de un mayor desarrollo de algunos secundarios y de una mayor exploración de las implicaciones sociales y económicas de la situación en la costa croata.
A pesar de algunos pequeños detalles, “Murina” es una película recomendable para aquellos que buscan una historia oscura, bien contada y con un fuerte componente psicológico. Es una experiencia cinematográfica que te acompañará mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.
Nota: 8/10