Music (2021)

“Music” de Sia no es una película fácil de digerir, ni tampoco pretende serlo. Es una experiencia visceral, un ejercicio de empatía forzada y una exploración subversiva de la vulnerabilidad, encarnada en la figura de Alex (Kate Hudson), una joven que ha pasado toda su vida aislada y comunicándose exclusivamente a través de la música. La película, dirigida con una intensidad que recuerda a la propia Sia, no busca ofrecer una narrativa lineal o una resolución feliz. Se presenta más como una radiografía de un alma en crisis, un espejo que refleja la dificultad de conectar con el mundo exterior y la búsqueda desesperada de significado en la creatividad.

La dirección de Sia es, sin duda, el elemento más distintivo de la película. La coreografía, aunque no siempre convencional, sirve como lenguaje propio de Alex, un medio para expresar emociones que la palabra no puede traducir. Sia, como directora, despliega una estética que oscila entre lo surrealista y lo documental, creando un ambiente a veces inquietante, pero siempre honesto. Observamos a Alex en entornos cotidianos pero descontextualizados, como un centro comercial vacío o un viaje en autobús, lo que acentúa su alienación y nos invita a imaginar su mundo interior. Sia, además, no rehúye la producción visualmente audaz, utilizando colores vibrantes y composiciones que reflejan la intensidad de la experiencia emocional de la protagonista. La película se siente como una extensión de la música de Sia, un espacio donde la voz y la imagen convergen para comunicar un mensaje profundo.

Las actuaciones son sobresalientes, especialmente la de Kate Hudson. Su interpretación de Alex es cautivadora y transmite una mezcla compleja de desesperación, vulnerabilidad y, en ocasiones, una chispa de esperanza. Hudson logra evocar una honestidad brutal, sin caer en la melodramatización. Maddie Ziegler, en el papel de Joy, la joven que inicialmente intenta conectar con Alex, aporta una inocencia y una vitalidad que contrastan con la desorientación de la protagonista. La presencia de Leslie Odom Jr. como el dueño de la cafetería, que se convierte en una figura de consuelo y guía, agrega una capa de humanidad y complejidad al relato. La química entre los tres actores es palpable y contribuye a la autenticidad emocional de la película.

El guion, coescrito por Sia y Dallas Clayton, es, quizás, el punto más delicado de “Music”. Si bien la premisa es interesante, y la intención de explorar la comunicación no verbal a través de la música es válida, la ejecución a veces se siente forzada. Algunos diálogos resultan innecesarios o poco convincentes, y la estructura narrativa, aunque deliberadamente fragmentada, puede resultar confusa. No obstante, la película logra transmitir un mensaje potente sobre la importancia de la empatía, la aceptación y la búsqueda de la conexión humana, incluso en los momentos más oscuros. Es una película que, en lugar de ofrecer respuestas fáciles, invita a la reflexión y a la consideración de la experiencia del otro. Es una película que exige atención y entrega del espectador, pero que recompensa con una experiencia cinematográfica singular y conmovedora.

Nota: 7/10