Música del corazón (1999)

“Música del corazón” es un relato conmovedor y, a veces, desgarrador, que nos presenta la vida de Roberta Guaspari, una mujer cuyo talento violínico se vio relegado por el matrimonio y la maternidad. La película, basada en hechos reales, no pretende ser un biopic grandilocuente, sino un retrato íntimo de una mujer resiliente que, a pesar de las adversidades, nunca renunció a su pasión por la música. La directora, Jennifer Klein, opta por un enfoque visual elegante y sobrio, priorizando la atmósfera emocional sobre los espectáculos musicales pomposos que podrían haber tentado a otros realizadores.

El guion, adaptado de la biografía escrita por Roberta Guaspari, se centra en la construcción de su personaje a través de flashbacks que nos muestran su juventud prometedora como violinista, su matrimonio con un hombre que no comparte su ambición musical y el posterior abandono familiar. La película evita dramatismos innecesarios y se centra en las pequeñas decisiones, los pequeños gestos, que definen su vida. A pesar de que la trama principal se centra en su vida personal, se logra transmitir una poderosa sensación de injusticia y la fuerza del espíritu humano. Sin embargo, el ritmo a veces se vuelve un poco pausado, y algunos flashbacks podrían haberse beneficiado de una mayor justificación para conectar mejor con el presente.

Las actuaciones son, en su mayoría, excelentes. Jane Alexander, como Roberta, ofrece una interpretación matizada y llena de matices, transmitiendo la complejidad de un personaje que es a la vez vulnerable y decidida. Su mirada, llena de tristeza y determinación, es el alma de la película. El reparto secundario, en particular, aporta solidez al mundo que rodea a Roberta, con actuaciones convincentes que contribuyen a la credibilidad del entorno social y familiar. No obstante, algunas interpretaciones resultan ligeramente unidimensionales, perdiendo la oportunidad de explorar las motivaciones ocultas de algunos personajes secundarios.

Lo más destacable de “Música del corazón” es su capacidad para evocar una profunda empatía hacia Roberta y su lucha. La película no glorifica la música por sí misma, sino que la presenta como una herramienta de empoderamiento, una forma de conectar con los demás y de encontrar sentido en la vida. La decisión de Roberta de enseñar música a los niños de East Harlem es la pieza central de la historia y la película la celebra como un acto de valentía y generosidad. La fotografía, con una paleta de colores cálidos y una iluminación suave, contribuye a crear un ambiente íntimo y evocador. La película logra transmitir la importancia de la educación musical como un camino hacia la autoestima y el desarrollo personal, especialmente para aquellos que se encuentran en situaciones de desventaja.

Nota: 7.5/10