Musical Chairs (2012)

“Musical Chairs” es una propuesta sorprendentemente estimulante, una comedia dramática con un núcleo de corazón y una energía contagiosa que, a pesar de sus fallos, logra mantener el interés del espectador. La premisa, la necesidad de Mia (Leah Pipes) y Armando (E.J. Bonilla) de participar en un concurso de baile ballroom en silla de ruedas tras un accidente, es inusual y ofrece un escenario interesante para explorar temas de discapacidad, superación personal y la búsqueda de la pasión. Sin embargo, la película se beneficia enormemente de la química innegable entre Pipes y Bonilla, cuya interpretación de un duo impulsado por la necesidad y la creciente confianza en sus habilidades es el verdadero motor de la narrativa.

La dirección de Brett Haley, conocido por su sensibilidad en obras como “Time of the Year”, se destaca por su ritmo dinámico y la habilidad para condensar la tensión dramática y el humor. Hay momentos de genuina tensión, especialmente durante las coreografías, donde la película logra transmitir la dificultad física y mental que implica participar en un deporte tan exigente. La coreografía, en general, es bastante decente, aunque a veces se siente un poco forzada, buscando el impacto visual por encima de la naturalidad. No obstante, los creadores han logrado mantener una estética visualmente atractiva, con planos dinámicos y una fotografía que resalta los detalles de la coreografía y la expresividad de los bailarines.

El guion, escrito por Haley y Jason Sabbit, se beneficia de personajes secundarios interesantes, como Priscilla Lopez y Jamie Tirelli, cuya presencia añade capas de complejidad y rivalidad a la competición. No obstante, la película podría haberse beneficiado de una mayor profundidad en el desarrollo de estos personajes, explorando con mayor detalle sus motivaciones y sus historias personales. El conflicto central, la lucha por la superación personal de Mia y Armando, se resuelve un poco demasiado rápido y de manera algo simplificada. Se presenta la discapacidad como un obstáculo, pero sin profundizar en las implicaciones sociales y emocionales que conlleva. Se aborda el tema con sensibilidad, pero la película podría haber sido más audaz en su exploración de la experiencia de las personas con discapacidad.

Las actuaciones son sólidas, especialmente las de Leah Pipes y E.J. Bonilla. Pipes transmite una vulnerabilidad y un crecimiento emocional convincente a lo largo de la película, mientras que Bonilla aporta una energía y un carisma que equilibran la sensibilidad de su personaje. La química entre ambos es palpable y fundamental para el éxito de la película. La película, en general, es una propuesta entretenida, con un mensaje positivo sobre la superación personal y el valor de la amistad, pero que podría haber sido mucho más ambiciosa y profunda en su exploración de los temas que aborda.

Nota: 7/10