“Mutafukaz” es, en su esencia, un experimento cinematográfico radical, una película que busca desestabilizar al espectador hasta las profundidades de su propia percepción. La dirección de Scott Cohen es, en gran medida, responsable de esta impactante experiencia. Cohen no se limita a contar una historia; manipula la cámara y la edición para sumirnos en un estado constante de disorientación. Las tomas prolongadas, la saturación extrema de colores, la justificación mínima de los espacios y los movimientos de cámara producen una sensación visceral de incomodidad y desasosiego que, si bien puede resultar frustrante para algunos, es fundamental para transmitir la desesperación y la locura del protagonista.
El guion, coescrito por Cohen y Steven Goldring, se centra en la desintegración mental de Angelino, interpretado con una intensidad demoledora por Juan Diego Solórzano. La película no ofrece explicaciones fáciles ni diálogos elaborados. El personaje es una encarnación del caos y la pérdida, una víctima de la violencia urbana y de una enfermedad mental que se manifiesta en una realidad fragmentada. La película se alimenta de la atmósfera y de la ambigüedad. No se explica el origen del “accidente” ni el significado de las alucinaciones, sino que se nos presenta una experiencia inmersiva y perturbadora. La ambigüedad es la clave: ¿es Angelino un hombre que sufre una enfermedad mental, un alma en pena o simplemente un individuo atrapado en un ciclo de violencia? La película no lo revela, dejando al espectador con la responsabilidad de interpretar el torbellino de imágenes y sonidos que lo compone.
Las actuaciones son excepcionales, especialmente la de Solórzano, quien está verdaderamente transformado en el papel. Su interpretación es cruza, vulnerable, y profundamente conmovedora. El resto del reparto, aunque secundarios, contribuye a la atmósfera opresiva y a la sensación de amenaza constante. Sin embargo, es importante reconocer que la película no es para todos. Su ritmo pausado, su falta de convencionalismos narrativos y su enfoque en la atmósfera y la sensación, pueden resultar aburridos para aquellos que buscan una trama lineal y un desarrollo claro de los personajes. La película se centra en la experiencia sensorial y emocional del espectador, en la creación de una atmósfera de terror psicológico.
En definitiva, “Mutafukaz” es una película inquietante y provocadora, que obliga al espectador a confrontarse con sus propios miedos y su propia percepción de la realidad. No es un entretenimiento ligero, pero si una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una película que se queda en la mente, generando dudas y reflexiones sobre la naturaleza de la locura, la violencia y la identidad. Su valor reside en su originalidad y en su capacidad para crear una atmósfera de terror psicológico que es tan perturbadora como fascinante.
Nota: 7/10
