“My Brother the Devil” (Mi Hermano El Diablo), dirigida por Gurinder Chadha, es una película inquietante y profundamente humana que se adentra en los rincones más oscuros de la familia y la identidad. Más que una simple historia de hermanos, es un retrato crudo y visceral de las tensiones generacionales, la pobreza, y las luchas internas que moldean la vida en el Hackney de Londres a finales de los años 90. La película no se ofrece como una fábula fácil; en cambio, presenta una realidad compleja y, a menudo, dolorosa, sin buscar soluciones simplistas.
La dirección de Chadha es magistral, utilizando un estilo visual que recuerda a la fotografía de época, pero con una paleta de colores que se vuelve progresivamente más opaca a medida que la historia avanza. Los planos son íntimos, casi claustrofóbicos, que nos sitúan directamente dentro de la experiencia de los personajes. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, realza la atmósfera de tensión y melancolía, sin ser invasiva. Sin embargo, la película se beneficia enormemente del ambiente del Londres de los 90, un Londres que Chadha recrea con precisión y respeto, otorgándole una autenticidad que es fundamental para la fuerza de la historia.
Las actuaciones son sobresalientes, especialmente la de Shahid Mustafa como Mo y el de Jimi Mistry como Rashid. Mustafa, en particular, ofrece una interpretación conmovedora y sutil, capturando la vulnerabilidad de Mo, su anhelo de validación y su búsqueda de una identidad propia. Mistry, por su parte, oscila entre la dureza y la desesperación de Rashid, un hombre atrapado en una vida de violencia y oportunidades perdidas. La relación entre ambos hermanos es el corazón de la película, un lazo complicado y lleno de matices que evoluciona a lo largo de la narrativa. La química entre los dos actores es palpable, generando momentos de genuina emoción.
El guion, adaptado de una novela de Dennis Potter, es inteligente y ambivalente. No se rehúsa a mostrar la realidad brutal de los personajes, incluyendo la explotación, la violencia y el tráfico de drogas. Pero, a la vez, también ofrece una visión compasiva de sus motivaciones y sus luchas. La introducción del "despertar sexual" de Rashid, aunque presente, no es el foco principal de la película. En cambio, se usa como un catalizador para explorar la crisis de identidad de ambos hermanos, cuestionando las normas sociales y las expectativas familiares. La película no da respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la familia, la moralidad y la búsqueda de la felicidad. Es un trabajo que, a pesar de algunos momentos lentos, te obliga a cuestionar tus propios valores y creencias.
Nota: 8/10