“My Old Ass” es una propuesta cinematográfica audaz y sorprendentemente efectiva que se atreve a explorar los límites del coming-of-age y la introspección a través de una lente profundamente inusual: la inversión de roles. La película, dirigida por Olivia Newman, no se limita a presentar una comedia adolescente convencional; es una reflexión sobre la presunción juvenil, la dificultad de tomar decisiones y la inevitable, a veces frustrante, sabiduría que viene con la edad. La premisa –una joven, Elliott, se enfrenta a su yo futuro de 39 años– es, en sí misma, una invitación al absurdo que la película abraza con una honestidad refrescante.
Maisy Stella, en el papel de Elliott, ofrece una actuación convincente. Su personaje es vulnerable, impulsiva y, en muchos momentos, exasperantemente ingenua. Stella maneja con maestría la mezcla de confusión inicial, con el peso de las advertencias de su yo mayor, y la gradual comprensión que evoluciona a medida que la película avanza. Aubrey Plaza, como la versión adulta de Elliott, aporta un contrapunto perfecto: una elegancia gélida y un cinismo mordaz que contrastan maravillosamente con la energía juvenil del personaje. Percy Hynes White también tiene un papel significativo, ofreciendo un apoyo emocional y una conexión auténtica con el personaje central. La química entre los actores es palpable y fundamental para el éxito de la narrativa.
El guion, a pesar de la premisa fantástica, es lo que realmente eleva a “My Old Ass”. Newman, junto con los guionistas, logran equilibrar la comedia, la melancolía y la reflexión de forma impecable. Las conversaciones entre las dos versiones de Elliott son agudas y reveladoras, no sólo porque plantean cuestiones sobre el amor, la familia y el futuro, sino también por la forma en que se construyen. La película evita caer en clichés y, en lugar de ofrecer soluciones fáciles, se centra en la complejidad de la toma de decisiones y la aceptación de las consecuencias. La dirección es elegante y sutil, permitiendo que las emociones y los conflictos se desarrollen de forma orgánica. La banda sonora, minimalista pero evocadora, complementa a la perfección la atmósfera onírica y reflexiva de la película.
Sin embargo, la película no está exenta de pequeñas imperfecciones. En algunos momentos, el ritmo se ralentiza un poco demasiado, y algunas de las secuencias oníricas, aunque visualmente interesantes, podrían haberse simplificado. No obstante, estas son cuestiones menores que no afectan significativamente al impacto general de la película. “My Old Ass” es una experiencia cinematográfica memorable, una película que invita a la reflexión y que deja una huella inesperada. Es una película que no se olvida fácilmente, porque, al final, nos recuerda que, a veces, la mejor guía proviene de aquellos que ya han caminado por el camino.
Nota: 7.8/10