Nacer para morir (2003)

“Nacer para morir” es una película que, en lugar de reinventar la rueda del crimen organizado, la vuelve a encender con un brillo pulido y un despliegue de acción que, aunque predecible en algunos aspectos, logra mantener al espectador enganchado. La película, dirigida por Robert Clack, se centra en el personaje de Tony Fait, interpretado con una intensidad palpable por DMX. Su Tony no es el típico matón sin cerebro; es un hombre marcado por la vida, un jefe que ha aprendido a sobrevivir en un mundo despiadado, un hombre que, paradójicamente, anhela la normalidad a través de su hija Vanessa. La elección de DMX como protagonista es un acierto, pues su presencia imponente y su capacidad para transmitir emociones complejas le dan a Fait una profundidad que a menudo se echa en falta en este tipo de películas.

La película se beneficia enormemente de la integración de actores de renombre internacional, con Jet Li ofreciendo una demostración de artes marciales fluidas y elegantes. Su personaje, Su, es el contrapunto perfecto a la crudeza de Fait. Aunque la trama principal gira en torno al robo de diamantes y la persecución internacional, se presta un mayor desarrollo a la relación entre Su y Fait, que se mueve entre la rivalidad y un respeto mutuo. Mark Dacascos, como Ling, aporta una oscuridad y un cinismo que recuerdan a un villano clásico, aunque su motivación, la simple codicia, resulta un tanto simplista. Sin embargo, su antagonismo con Fait proporciona la tensión necesaria para las escenas de acción.

La dirección de Clack es competente, logrando crear un ambiente visualmente atractivo, con planos que enfatizan la grandeza de las ciudades visitadas y la dureza de las calles. La coreografía de las peleas, gracias a la participación de Li, es excelente, utilizando el movimiento y la velocidad para comunicar la intensidad de los enfrentamientos. Sin embargo, el guion se atreve a veces a ser un poco forzado, recurriendo a clichés del género y a situaciones que, aunque entretenidas, carecen de originalidad. La trama, centrada en el robo de diamantes, es un tropo común, y el desarrollo de los personajes secundarios, con excepción de Fait, es bastante superficial. A pesar de ello, la película sabe construir un ritmo constante, alternando momentos de tensión, acción y (aunque brevemente) drama familiar.

La película no pretende ser una obra maestra del cine de acción, pero sí ofrece un entretenimiento sólido y un espectáculo visual. La combinación de las actuaciones, especialmente la de DMX, y la coreografía de las escenas de lucha, compensan en gran medida las deficiencias del guion. Es una película que se disfruta más por la experiencia visceral que ofrece, que por su profundidad narrativa. “Nacer para morir” es una apuesta segura para los amantes del cine de acción, aunque con la expectativa de encontrar algunas fórmulas ya conocidas.

Nota: 6.5/10