Nacido y criado (2006)

“Nacido y criado” no es una película que te entretenga con efectos especiales o diálogos brillantes. Es una película que te cala hondo, que te obliga a mirar de cerca los grietas de la psique humana y a confrontar la fragilidad de las relaciones. Dirigida por Diego Vega, la película se mueve con una lentitud deliberada, creando una atmósfera glacial que se pega a la piel y refleja el estado emocional del protagonista, Santiago.

La película se centra en la transformación de Santiago, interpretado magistralmente por Leonardo DiCaprio (sí, el mismo, sorprendentemente efectivo en un papel muy alejado de su galardonada trayectoria). DiCaprio despliega una actuación sutil pero visceral, transmitiendo la culpa, el dolor y el desconcierto de un hombre roto. Su rostro, marcado por la arruga del tiempo y la tormenta interior, es un espejo de la tragedia que lo consume. Su interpretación es, sin duda, el corazón palpitante de la película.

El guion, escrito por Vega y María Fernández, es sobrio y evocador. Evita los clichés del melodrama, en su lugar, se aferra a la documentación de la experiencia traumática. No se trata de un drama de acción, sino de un estudio del impacto psicológico de una pérdida y de la dificultad de volver a reconstruir una vida. La ambientación en la vasta, desolada Patagonia argentina, con sus paisajes imponentes y su clima implacable, no es simplemente un telón de fondo, sino un personaje más, un elemento clave que refuerza la sensación de aislamiento y desesperación.

Sin embargo, la película no está exenta de imperfecciones. La lentitud, que en muchos aspectos es una virtud, a veces se acerca al tedio. Algunos pasajes, especialmente en la segunda mitad, podrían haber sido condensados sin perder su fuerza emocional. Además, el desarrollo de los personajes secundarios, como Milli y Josefina, queda algo superficial, aunque no se sienten completamente desatendidos. La película se concentra casi exclusivamente en el viaje interior de Santiago, lo que, inevitablemente, deja un poco de margen para otros elementos.

A pesar de estas pequeñas carencias, “Nacido y criado” es una experiencia cinematográfica poderosa y conmovedora. Es un retrato honesto y perturbador de la pérdida, el duelo y la búsqueda de redención. La película es un recordatorio de que el trauma puede remodelar nuestra identidad y de que, a veces, lo más difícil es simplemente seguir adelante. No es una película fácil de ver, pero es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 7.5/10