Nación cautiva (2019)

“Nación Cautiva” no es un apocalipsis grandioso y explosivo, sino una disección íntima y perturbadora de la resistencia y la colaboración en un mundo devastado. La película, dirigida con una sobriedad que contrasta con la magnitud de la situación, se centra en la fractura social de un Chicago post-invasión, donde la supervivencia depende de alinear tu lealtad a uno de dos bandos aparentemente irreconciliables. El director no intenta glorificar la batalla, sino que se adentra en el terreno arenoso de la moralidad en tiempos de crisis.

La dirección de José Miguel Echanova es notable por su capacidad para crear una atmósfera de tensión constante, un eco silencioso del miedo que permea la ciudad. La fotografía, con paletas de colores apagados y una iluminación natural que resalta la decadencia, contribuye a este efecto. Sin embargo, lo que realmente destaca es la forma en que Echanova maneja el ritmo, construyendo la narrativa a través de momentos de quietud y diálogo intenso, prefiriendo el susurro a la declaración. Hay una fascinación por los pequeños detalles, las caras cansadas y las miradas cargadas de significado, que transmiten mucho más que cualquier discurso político.

El guion, de Aaron Coogle y Ben Turner, es donde la película realmente brilla. No presenta héroes ni villanos absolutos. La película entrelaza las vidas de varios personajes cuyas motivaciones son complejas y, a menudo, contradictorias. Estemos hablando de Ben (John Ortiz), un ex-policía que colabora con los alienígenas para proteger a su familia; de Maya (Avan Jogia), una joven rebelde que busca venganza; y de Samuel (Michael Cherman), un anciano que se debate entre la lealtad a su pasado y la esperanza de un futuro mejor. Cada personaje se justifica, y a veces, incluso, se comprende. La película explora con honestidad la idea de que la decisión de colaborar o de resistir es impulsada por la supervivencia y el amor. No se juzga a nadie.

El reparto es excelente, en su mayoría. John Ortiz ofrece una interpretación matizada y conmovedora de Ben, mientras que Avan Jogia, aunque con menos desarrollo, transmite la desesperación y el fervor de Maya. Michael Cherman, como el anciano Samuel, aporta una gran carga emocional a la narrativa. Sin embargo, podría haberse beneficiado de un mayor contraste entre los personajes principales para resaltar mejor las divisiones ideológicas y emocionales. No obstante, la dirección artística y la fotografía, junto con las actuaciones sólidas, crean una experiencia cinematográfica rica y reflexiva.

“Nación Cautiva” no ofrece soluciones fáciles ni respuestas definitivas. Es una película que te obliga a cuestionarte tus propios valores y a enfrentarte a la paradoja de la supervivencia en un mundo donde la libertad ha sido sacrificada. Es una obra de ciencia ficción con un corazón, y una llamada a la reflexión sobre la condición humana en tiempos de conflicto. No es un espectáculo visualmente impactante, pero sí una experiencia emocionalmente potente y duradera.

Nota: 7.5/10