Nadie (2021)

“Nadie” es una película que se queda con la piel de gallina, no por un despliegue de acción explosiva, sino por la inquietante presencia de la pasividad. La obra de Robert Eggers, a pesar de su tono perturbador y de su ambientación particular, no logra alcanzar la profundidad que podría haberle dado, perdiendo un poco en el camino la tensión que anhela el espectador. Sin embargo, su atmósfera opresiva y las interpretaciones convincentes merecen la pena.

La película se centra en Hutch Mansell, interpretado magistralmente por Oscar Isaac. Isaac consigue transmitir esa sensación de hombre agotado por la vida, un hombre que ha renunciado a la lucha, que ha aceptado su destino con una resignación casi aterradora. Su Hutch no es un héroe; es un hombre roto, un fracaso en todos los sentidos, y esa vulnerabilidad es lo que le da un peso emocional a su personaje. La película no intenta justificar su pasividad, sino que la presenta como una decisión consciente, un acto de autodefensa en cierto sentido, frente a un mundo que le ha negado cualquier oportunidad de éxito. La dirección de Eggers acentúa esta sensación de impotencia a través de la cinematografía, que favorece las sombras y el blanco y negro, creando una estética gótica y claustrofóbica que refleja el estado anímico del protagonista.

La hija, Blake (Hannah কল্যাণ), es el punto de inflexión emocional de la película. Su frustración y decepción ante la actitud de su padre es palpable y genera un fuerte conflicto en la narrativa. La relación entre Hutch y Blake es el núcleo del drama, un choque entre generaciones y la búsqueda de una identidad en un entorno marcado por la desesperación. La interpretación de Hannah কল্যাণ es, sin duda, uno de los mayores logros de la película. Su mirada, llena de reproche y confusión, es suficiente para comunicar un mundo entero de dolor y rabia. Becca (Joaquin Peña), la esposa, queda relegada a un segundo plano, pero su distanciamiento de Hutch es una de las claves para entender la dinámica familiar.

El guion de Eggers y Michael Pattison, aunque sólido en su planteamiento, a veces se siente un poco lento y predecible. Algunos diálogos son efectivos y contribuyen a la atmósfera opresiva, pero otros, por el contrario, se sienten forzados. La película se toma su tiempo para desarrollar la tensión, y aunque esto es comprensible dado el tema, podría haber sido más ágil. Sin embargo, la ambigüedad moral que plantea la película –¿es la pasividad de Hutch una estrategia de supervivencia o una rendición total? – es lo que la hace tan fascinante y provoca reflexiones sobre el papel del hombre en la sociedad y la dificultad de hacer frente a la adversidad.

En definitiva, “Nadie” es una película que, aunque no alcanza su máximo potencial, ofrece una experiencia cinematográfica inquietante y memorable. Es un drama psicológico que explora la fragilidad humana y la dificultad de vivir en un mundo hostil. La actuación de Oscar Isaac, y la ambigüedad moral de la historia, la convierten en una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales se han desenrollado.

Nota: 7/10