Narciso y Goldmundo (2020)

“Narciso y Goldmundo”, la ópera prima de Oriol Paulo, es una película que se anclará en la memoria por su atmósfera opresiva y su insistente exploración de la soledad y el destino. La cinta, ambientada en la Europa medieval, se presenta como un estudio de personajes lento, deliberadamente introspectivo, y aunque no entrega respuestas fáciles, sí que cautiva por su capacidad para generar un ambiente de constante inquietud.

La dirección de Oriol Paulo es magistral en su elección de escenarios y en la utilización del color. Los paisajes góticos, con sus claustrofóbicos monasterios y sus inmensos bosques sombríos, reflejan a la perfección la condición psicológica de los protagonistas. Paulo evita los clichés visuales del género histórico, optando por una estética austera y melancólica que, sin necesidad de efectos especiales ostentosos, crea una sensación palpable de desasosiego. El uso de la luz y la sombra es particularmente efectivo, intensificando la dualidad de las personalidades y la ambigüedad moral de las situaciones.

Las actuaciones son, en su conjunto, excepcionales. Jean-Pierre Lanvin como Goldmundo transmite con una vulnerabilidad conmovedora la lucha entre su espíritu libre y las obligaciones impuestas por su entorno. La atormentada nobleza, dividida entre el deber y la pasión, se evidencia en cada mirada, cada gesto. Sin embargo, es la interpretación de Jordi Molenaus como Narciso la que realmente destaca. Su personaje, frío y reservado, encarna la sabiduría y el aislamiento, y Molenaus logra plasmar con sutileza la complejidad de su alma, dando a entender, sin pronunciar palabra, el peso de sus conocimientos y la distancia que mantiene del mundo. La química entre ambos actores es fundamental para la credibilidad de la relación que se desarrolla a lo largo de la película, una amistad intensa y profundamente significativa, marcada por la incomunicación y el respeto mutuo.

El guion, adaptado de la novela homónima de Juan Antonio Vallejo-Nágera, es donde la película se muestra más ambigua y, a veces, frustrante. Aunque la historia es original y presenta una premisa interesante, la narrativa se desarrolla a un ritmo lento y, en ocasiones, se diluye en pasajes descriptivos que, aunque contribuyen a la atmósfera, podrían haberse condensado. El final, deliberadamente abierto a interpretación, puede resultar decepcionante para aquellos que buscan una resolución clara. Sin embargo, esta ambigüedad es precisamente lo que hace que la película sea memorable, invitando al espectador a reflexionar sobre los límites del conocimiento, la naturaleza del destino y la importancia de las relaciones humanas.

En definitiva, “Narciso y Goldmundo” es una película visualmente impactante, con actuaciones sólidas y una atmósfera opresiva que la convierten en una experiencia cinematográfica única. No es un espectáculo para todos los gustos, pero para aquellos que aprecien el cine reflexivo, la atmósfera y los personajes complejos, es una joya cinematográfica que merece ser vista y analizada.

Nota: 7.5/10