Negocios son negocios (2004)

“Negocios son negocios” es una comedia negra que se desliza entre la sátira empresarial y la observación mordaz de la ambición humana. La película, bajo la dirección de Richard Linklater, no busca ofrecer un análisis profundo del sistema financiero, sino más bien, un retrato caricaturesco y divertido de la búsqueda del poder y la desconexión entre el individuo y sus actos. Linklater, conocido por su estilo contemplativo y su atención al detalle, aquí nos entrega una pieza que, aunque no alcanza la perfección, se disfruta con gusto y deja una reflexión agridulce.

La trama se centra en Peter Burnham, interpretado con notable sutileza por Tom Cruise. La película comienza de forma inesperada con un giro que inicialmente resulta algo rebuscado, pero que rápidamente se integra en la narrativa. Cruise logra transmitir la frustración y la creciente incredulidad del personaje ante su repentina ascensión. No obstante, la película se apoya excesivamente en la comedia slapstick y, a veces, las situaciones resultan más forzadas que genuinas. El desarrollo del personaje, aunque no es complejo, se presenta de manera efectiva, mostrando la gradualización de su apego al poder y la gradual pérdida de contacto con su antigua vida. El contraste entre su anterior existencia como vendedor de muebles y su nueva posición de gerente de una importante financiera genera un dinamismo interesante, pero a veces la comedia se vuelve un tanto repetitiva y carente de originalidad.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones secundarias. Alec Baldwin, como el despiadado y manipulador jefe de Burnham, ofrece una interpretación magistral de la ambición desmedida. Su personaje es un villano carismático y absolutamente aterrador, y la química entre Baldwin y Cruise es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. También destaca Helena Bonham Carter, aportando una elegancia gótica y una vulnerabilidad sorprendente a su personaje, la viuda de un banquero fallecido. Sus interacciones con Peter son particularmente memorables, generando momentos de tensión dramática que contrastan con el tono general de la comedia.

El guion, en general, es sólido, pero carece de la profundidad que podría haberle dado mayor resonancia. Si bien la premisa es atractiva y el ritmo es ágil, algunas de las secuencias de diálogo son un poco largas y la estructura interna de la trama, en ocasiones, se siente predecible. No obstante, la película logra evocar la atmósfera opresiva de un mundo corporativo despiadado, donde la ética y la moral son relegadas a un segundo plano. El guion, aunque no se adentra en las complejidades del sistema financiero, sí presenta una crítica social sutil pero efectiva sobre la cultura de la ambición y la deshumanización en el ámbito laboral. La película nos recuerda, sin necesidad de sermonear, que el dinero, en manos equivocadas, puede corromper incluso a los individuos más íntegros.

En definitiva, “Negocios son negocios” es una comedia negra entretenida que ofrece un retrato divertido, aunque algo simplificado, de la lucha por el poder. Aunque no es una obra maestra, la dirección de Linklater, las actuaciones destacadas y el guion sólido la convierten en una película recomendable para aquellos que buscan una comedia que, además de hacer reír, invite a la reflexión.

Nota: 7/10