“Negra Navidad” (Black Christmas) de CJ Petrie y Chelsea Peretti se presenta como un homenaje respetuoso y, a la vez, inquietantemente moderno al clásico de terror de 1974 de Bob Clark. No es simplemente una copia; es una revisión que se nutre de la atmósfera original, pero que la introduce en el contexto de un presente desolador y marcado por la crisis económica, lo que le confiere un peso y una resonancia emocional distintos. La película no busca provocar sustos baratos, sino crear una tensión psicológica palpable que se instala bajo la piel del espectador. La dirección de Petrie es segura, priorizando la construcción de la atmósfera en lugar de abundantes efectos especiales. La ambientación, la iluminación sombría y la selección musical – una mezcla de post-punk y sonidos inquietantes – son elementos cruciales para sumergir al espectador en el ambiente opresivo de la residencia.
El guion, a menudo criticado por su ritmo lento, es precisamente su mayor fortaleza. Petrie se permite tomarse su tiempo para construir las relaciones entre los personajes, explorando sus inseguridades, frustraciones y deseos. La historia se centra en Darla, una estudiante de periodismo que regresa a la residencia para realizar un reportaje sobre la Navidad. A medida que avanza la investigación, se va revelando una red de secretos, resentimientos y fantasmas del pasado, ligados a la historia oscura de Billy, un niño que vivió en la residencia años atrás. La película logra conectar la violencia presente con la tragedia del pasado, revelando cómo los traumas no se olvidan y cómo pueden manifestarse de maneras inesperadas. El tratamiento de los personajes es más sutil que en la versión original, otorgándoles una mayor profundidad y complejidad. Se exploran las relaciones de amistad y rivalidad entre las chicas, añadiendo una capa de vulnerabilidad y humanidad a la historia.
Las actuaciones son notables. Ernestine Castillo ofrece una interpretación convincente de Darla, transmitiendo su torpeza, su vulnerabilidad y su creciente temor. Los actores secundarios, interpretando a las amigas de Darla, también cumplen con creces, aportando autenticidad y matices a sus personajes. Es especial el papel de las amigas de Darla, cada una con sus propios problemas y secretos, lo que les da una dimensión interesante a la narrativa. Aunque no hay estrellas de renombre en el reparto, la química entre las actrices es palpable y contribuye a la credibilidad de la historia. El énfasis no está en los jumpscares, sino en la representación de la desesperación y el miedo, lo que obliga a las actrices a ofrecer interpretaciones que van más allá de la mera expresión de emociones.
En definitiva, “Negra Navidad” es una película que se disfruta más por su atmósfera, su tensión y su capacidad para generar inquietud que por su trama convencional. No es un slasher en el sentido tradicional, sino una lenta y metódica construcción de terror psicológico. El remake se distingue por su cuidado en la ambientación, su ritmo pausado y su exploración de los temas de trauma, memoria y el peso del pasado. Aunque no iguala al clásico de 1974 en términos de impacto, ofrece una experiencia cinematográfica perturbadora y memorable, que cala hondo en el espectador. Es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza del mal y el impacto de los secretos enterrados.
Nota: 7/10
