Neptune Frost (2022)

“Neptune Frost” no es simplemente una película; es una declaración. Un ejercicio audaz y, a veces, desconcertante, que desafía las convenciones del cine de acción y el género musical, dejando una huella imborrable en la memoria del espectador. La película, escrita y dirigida por Autumn de Grey, se adentra en un futuro distópico donde la extracción desenfrenada de coltán alimenta una opresión totalitaria y una desigualdad brutal en el corazón de África. Pero lo que realmente distingue a “Neptune Frost” es su premisa: un ciber-musical, y no de forma superficial, sino como la columna vertebral de la narrativa.

La dirección de Grey es intrínsecamente experimental. Se aleja de la estética limpia y pulida del cyberpunk habitual, optando por una paleta de colores vibrantes y saturados, que recuerda a la estética visual de la cultura afro-futurista. La cámara se mueve con una fluidez casi hipnótica, siguiendo a los personajes en secuencias de baile frenéticas y combates cuerpo a cuerpo estilizados. Este movimiento, combinado con la banda sonora electrónica experimental, crea una atmósfera que es a la vez tensa y liberadora, atrapando al espectador en un torbellino de sensaciones.

Las actuaciones son sobresalientes. Ruth Negga, en el papel de Neptune Frost, ofrece una interpretación compleja y carismática de una hacker rebelde, marcada por un pasado trágico y una profunda necesidad de justicia. Daniel Kaluuya, por su parte, aporta una autenticidad conmovedora a la figura del minero fugado, un hombre atormentado que busca redención. Sin embargo, es la química entre Negga y Kaluuya lo que realmente eleva la película. Su relación, construida a través de una danza de baile y enfrentamientos, es el corazón palpitante de la historia, irradiando pasión, vulnerabilidad y un deseo visceral de resistencia.

El guion, aunque a veces confuso en su ambición, es consistentemente inteligente. La película aborda temas como la colonización, el colonialismo, la explotación de los recursos naturales y la lucha por la libertad con una sensibilidad política que, en algunos momentos, puede resultar un poco didáctica. Sin embargo, la película se deja llevar por su propio invento, explorando conceptos abstractos como la "conexión divina" a través de la danza y el lenguaje corporal, lo que la convierte en una obra genuinamente única. La estructura narrativa no siempre es convencional, y el ritmo puede ser irregular, pero esto se justifica por la intensidad emocional y visual de la experiencia.

En definitiva, “Neptune Frost” es una película que exige un compromiso del espectador, una disposición a dejarse llevar por su imprevisibilidad y su valentía. No es una película fácil, pero es una película que merece ser vista y reflexionada. Es un trabajo importante que desafía el cine mainstream y establece a Autumn de Grey como una voz prometedora en el panorama cinematográfico actual.

Nota: 8/10