“Nunca te sueltes” (Never Let Go) es una película que se atreve a explorar la fragilidad de la maternidad y la oscuridad que puede acechar incluso en los rincones más remotos. La dirección de Michael Northwood se caracteriza por un notable uso del claustrofobia, no solo en el escenario físico de la cabaña aislada, sino también en la creciente desesperación de la protagonista, Lena (Halle Berry). Northwood evita los sobresaltos baratos y, en su lugar, construye una atmósfera de tensión constante, basada en la incomodidad, el sonido y el juego de luces. La fotografía es sombría y melancólica, realzando la sensación de aislamiento y el peso del pasado que Lena lleva consigo.
La actuación de Halle Berry es, sin duda, el motor principal de la película. Berry entrega una interpretación visceral y conmovedora, transmitiendo con una intensidad asombrosa el miedo, la angustia y la desesperación de una madre que lucha por proteger a sus hijos de una amenaza invisible. Su Lena es una mujer rota, marcada por una tragedia personal, y su capacidad para aferrarse a la vida y a sus hijos, incluso a costa de su propia cordura, es profundamente impactante. El gemelo, Ethan, interpretado por Caleb Root, ofrece un contraste interesante a la figura maternal, mostrando una inocencia y una curiosidad que sirven de catalizador para el desarrollo de la trama. La relación entre ambos hermanos es, de hecho, el núcleo emocional de la película. No se trata de una relación fraternal ideal, sino de un vínculo forjado por el miedo y la necesidad de sobrevivir.
El guion, aunque tiene algunos tropazos y momentos que podrían haberse explorado con mayor profundidad, se centra en la lenta desintegración de la familia. La idea de la conexión física como metáfora de la conexión emocional es intrigante y funciona bien durante la mayor parte de la película. Sin embargo, el desarrollo del "espíritu maligno" se siente un poco superficial y la justificación de su presencia se queda en un terreno ambiguo. No se profundiza en la historia del pasado de Lena, lo que deja ciertas preguntas sin respuesta y a veces reduce la trama a un simple juego de supervivencia. El ritmo es deliberadamente pausado, lo cual puede ser tanto una fortaleza como una debilidad. Mientras que permite un desarrollo emocional considerable, también puede resultar un poco lento para algunos espectadores.
En definitiva, “Nunca te sueltes” no es una película que rompa moldes ni que ofrezca soluciones fáciles. Es una película que te obliga a reflexionar sobre la fuerza del amor materno, la naturaleza del miedo y la oscuridad que reside dentro de cada uno de nosotros. Su fuerza radica, sobre todo, en la interpretación de Halle Berry y en la atmósfera inquietante que se construye alrededor de la historia. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar, generando un escalofrío persistente en la memoria.
Nota: 7/10