“Ninotchka” es una comedia en negro excepcionalmente entretenida, un fresco, aunque un tanto caricaturesco, sobre el choque entre la propaganda soviética y el encanto europeo. La película, estrenada en 1939, sigue la historia de los camaradas Iranoff, Buljanoff y Kopalski, enviados a París con una misión tan poco glamurosa como recuperar joyas de la gran duquesa Swana, una ex aristócrata rusa. La llegada de Nina ‘Ninotchka’ Yakushova, una joven y encantadora rusa, se presenta como una solución diplomática, pero rápidamente se convierte en un elemento clave de la comedia y, en última instancia, en un símbolo de la desilusión con la ideología comunista.
La dirección de Leo McCarey es notablemente ágil, manejando el ritmo con una maestría que le permite tejer elementos de humor físico, diálogos ingeniosos y un toque de crítica social. McCarey logra construir un ambiente de tensión cómica constante, donde la rigidez de los camaradas y la exuberancia de la alta sociedad parisina chocan de manera hilarante. El film se beneficia de un uso inteligente del color, con los tonos oscuros de París contrastando fuertemente con los vestidos vibrantes y lujosos de Ninotchka, creando una estética visualmente atractiva y que refuerza el contraste entre los dos mundos.
La película reside en gran medida en las actuaciones, en particular en el papel de Ninotchka, interpretado magistralmente por Elsa Lanchester. Lanchester no solo posee una presencia escénica imponente, sino que también domina el arte de la imitación, transformándose en la personificación de la frivolidad y el desprecio de los valores soviéticos. Su personaje no es simplemente una bufona, sino que es una inteligente y perspicaz observadora de las costumbres francesas, utilizando su encanto para lograr sus objetivos con una sorprendente astucia. Los compañeros, interpretados por Ronald Reagan, Burgess Meredith y Walter Sullavan, ofrecen también un gran trabajo, con sus constantes discusiones y frustraciones proporcionando un núcleo humorístico constante.
El guion, adaptado de la obra de teatro de Jack Meadows, es sorprendentemente inteligente para su época. Si bien la trama se basa en clichés de la comedia, McCarey y sus colaboradores logran darle profundidad al personaje de Ninotchka, explorando sus motivaciones y dilemas morales. La película no se limita a la simple parodia, sino que plantea preguntas sutiles sobre la integridad, la propaganda y la adaptación a culturas diferentes. La crítica a la burocracia soviética es evidente, pero se presenta de una forma que invita a la reflexión, más allá de una simple burla. La película, aunque ligera y divertida, refleja un período de gran tensión geopolítica y la incertidumbre sobre el futuro de la Unión Soviética, lo que le confiere una resonancia histórica adicional.
En definitiva, “Ninotchka” es una comedia memorable, llena de momentos brillantes y con una interpretación destacada de Elsa Lanchester. Es una película que entretiene, hace reír y, al mismo tiempo, invita a la reflexión sobre los valores y la identidad en un mundo en constante cambio. Es una joya del cine clásico, que sigue siendo tan divertida hoy como lo fue en su estreno.
Nota: 8/10