Nivel 16 (2018)

“Nivel 16” (Level 16), la reciente producción de Netflix, no es una propuesta revolucionaria del género distópico juvenil, pero sí un ejercicio cinematográfico intrigante que se beneficia de una atmósfera tensa y de unas actuaciones sólidas. La película se basa en un concepto prometedor: una academia, Vestalis, que se presenta inicialmente como una institución de élite, pero que rápidamente revela su verdadera naturaleza como una prisión cuidadosamente construida, donde la libertad es solo un espejismo.

La dirección de Richard Graham logra plasmar de manera efectiva la sensación de claustrofobia y opresión que impregna Vestalis. Las imágenes son deliberadamente sobrias, con una paleta de colores apagada que refuerza la desesperación de los estudiantes. La cámara a menudo se mantiene cerca de los personajes, capturando sus expresiones de miedo, duda y creciente rabia. Sin embargo, a veces la dirección cae en una tendencia a la sobreexposición en las escenas de acción, que, aunque espectaculares en su ejecución, pierden parte de la sutileza que podría haber potenciado la tensión. La banda sonora, aunque no siempre sobresaliente, acompaña bien la narrativa, elevando la intensidad en los momentos clave.

El corazón de la película reside en la interpretación de las dos protagonistas, Hayley Atkins como Vivian y Lucy Skelenat como Sophia. Atkins ofrece una actuación convincente como Vivian, transmitiendo la evolución de una joven inocente y vulnerable a una rebelde decidida, sin perder nunca su humanidad. Skelenat, por su parte, oscila hábilmente entre la fachada de amiga leal y la ambigüedad moral que acecha bajo su exterior. La química entre las dos actrices es palpable, alimentando la dinámica compleja y cada vez más turbia de su relación. El guion, a pesar de algunos momentos predecibles, consigue mantener al espectador en vilo gracias al desarrollo gradual de la verdad y a las decisiones morales que se presentan a los personajes.

La trama, centrada en la búsqueda de la verdad detrás de la manipulación y el control ejercidos en Vestalis, se desarrolla a un ritmo constante, evitando caer en clichés del género. Sin embargo, el guion no se adentra demasiado en la exploración de las motivaciones de los directivos de la academia, relegando la crítica social y el comentario sobre el sistema educativo a un segundo plano. La resolución final, aunque satisfactoria, podría haber sido más elaborada y ofrecer una reflexión más profunda sobre las consecuencias de la opresión. El concepto de “Nivel 16” – el nivel de la verdad que uno debe alcanzar para escapar – es una metáfora inteligente, pero no se explora completamente en todo su potencial.

A pesar de sus algunas fallas, “Nivel 16” es una película que ofrece un entretenimiento sólido y visualmente atractivo, con actuaciones destacadas y una premisa interesante. Es una adición valiosa al catálogo de Netflix y un punto de partida para reflexionar sobre temas como la libertad, la manipulación y la responsabilidad personal.

Nota: 6.8/10