No hay amor perdido (2023)

(FR) · Comedia, Drama · 1h 31m

Póster de No hay amor perdido
Media
6.1 /10

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Sinopsis

Cuando Étienne, un joven de apenas veinte años, se enamora de Valérie, la vida de ambos se centra en la llegada de su hija, Rosa. Sin embargo, la inesperada partida de Valérie y su ausencia perpetua cambian la dinámica familiar. Étienne, decidido a no sumirse en la tristeza, construye una vida feliz junto a Rosa. Dieciséis años después, una aparición televisiva lo confronta con el pasado, revelando la identidad de su ex esposa. La inesperada aparición de Maud Wyler, que representa a Valérie, desencadena una emotiva y caótica aventura familiar que pone a prueba el vínculo entre padre e hija, obligándolos a confrontar secretos y a redefinir su relación. La historia, protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart y Céleste Brunnquell, explora el impacto de las decisiones del pasado en el presente, y la compleja dinámica familiar con la inusual participación de Alexandre Steiger.

Ficha de la película

Título original

No hay amor perdido


Estreno


Géneros

Idioma original

FR


Dirección

Guionista

Stéphanie Bermann, Alexis Dulguerian


Reparto principal de No hay amor perdido

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en No hay amor perdido.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto No hay amor perdido. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Carmen del Valle
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.0/10)

“No hay amor perdido” es una película que, a primera vista, puede parecer un melodrama familiar convencional. Sin embargo, tras la primera impresión, se revela como una pieza delicada y sorprendentemente compleja que explora las ramificaciones a largo plazo de las decisiones que tomamos y cómo el pasado, incluso con el tiempo, puede reaparecer para alterar la realidad. La película, dirigida con maestría por Jacques Audiard, no busca sensacionalismos fáciles, sino que se adentra en la intimidad de una familia marcada por el silencio y la incomunicación, ofreciendo un retrato honesto de las frustraciones y esperanzas que conforman la vida cotidiana.

La fortaleza de la película reside en sus interpretaciones. Nahuel Pérez Biscayart, en el papel de Étienne, ofrece una actuación magistral. Su personaje es un hombre que, a pesar del dolor y la soledad, se aferra a la felicidad de su hija, construyendo una vida aparentemente normal. Sin embargo, la mirada de Pérez Biscayart, a menudo impregnada de melancolía y un anhelo inexpresado, revela la profunda grieta que lo atraviesa. Céleste Brunnquell, como Valérie, transmite la fragilidad y la vulnerabilidad de una mujer que ha cargado con sus propios secretos. Su regreso, aunque breve, es un catalizador emocional que desencadena una serie de eventos imprevistos. La participación de Alexandre Steiger, como el padre de Valérie, aporta una capa extra de complejidad a la trama, añadiendo un elemento de conflicto familiar que sirve para profundizar en la idea central de la película: los hilos invisibles que unen a las familias, incluso cuando las relaciones parecen haber terminado.

El guion, escrito por Audiard y Thomas Bordin, es notable por su sutileza y su capacidad para construir tensión de forma gradual. La película evita caer en clichés y en diálogos expositivos, permitiendo que las emociones de los personajes se transmitan a través de miradas, gestos y silencios. La aparición de Maud Wyler, la imagen televisiva de Valérie, es un recurso narrativo audaz que funciona excepcionalmente bien, generando un impacto emocional significativo y desafiando las expectativas del espectador. La película no busca ofrecer respuestas fáciles ni un final feliz, sino que se enfoca en el proceso de reconciliación y en la búsqueda de la comprensión. La atmósfera, a pesar de la tensión emocional, es cálida y familiar, reflejando la vida de una familia que, aunque marcada por el pasado, sigue aferrándose a la esperanza.

La fotografía de Frédéric Ohl también merece ser destacada, ya que contribuye a crear una atmósfera envolvente y melancólica. Los colores son suaves y cálidos, mientras que la iluminación juega un papel crucial en la transmisión de las emociones de los personajes. En definitiva, "No hay amor perdido" es una película que te invita a reflexionar sobre la naturaleza del amor, la familia y las decisiones que tomamos, y que te deja con un sabor agridulce en la boca. Es una película que se queda contigo mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 8/10

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