No matarás... al vecino (1989)

“No matarás… al vecino” (You’ll Never Kill a Neighbor) es una curiosa y perturbadora exploración del miedo a lo desconocido y la paranoia que puede arraigar en la comunidad. Dirigida con una meticulosa planificación y una atmósfera de creciente tensión, la película no se adscribe a las convenciones del thriller clásico, sino que se asemeja más a un estudio psicológico inquietante. El director, Brian De Palma, lejos de buscar efectos especiales grandilocuentes, se centra en construir una sensación de incomodidad sostenida a través de la puesta en escena, la iluminación y la manipulación del espectador.

La película se construye lentamente, estableciendo un ritmo deliberadamente pausado que, aunque podría percibirse como lento por parte de algunos espectadores, es crucial para el desarrollo de la atmósfera. La gradual aparición de detalles escalofriantes y la desconfianza mutua entre los vecinos son elementos esenciales para que el temor se filtre en el público. La dirección de fotografía, de James Prichard, es notable: utiliza la luz y la sombra para sugerir lo que no se ve, creando sombras alargadas y contrastes que refuerzan la sensación de amenaza oculta. Prichard logra pintar un cuadro visualmente inquietante, con planos que observan y se alargan a medida que la paranoia se intensifica.

Las actuaciones son sólidas, con Robert Mitchum en un papel que encaja a la perfección en su trayectoria como intérprete de personajes enigmáticos. Mitchum interpreta a Ray Peterson, un hombre taciturno y reservado que se convierte en el centro de la sospecha, con una sutileza que le otorga una credibilidad inquietante. La interpretación de la familia Klopek, interpretada por James Woods, Sandy Dennis y un joven John Heard, es particularmente reveladora. Woods, en particular, aporta una frialdad palpable y una mezcla de confusión y amenaza que lo convierten en un personaje memorable. La química entre los tres es fundamental para el éxito del guion y la construcción de la tensión.

El guion, adaptado de la novela de Stanley Kurbans, es el corazón de la película. No se basa en la acción frenética ni en las vueltas argumentales sorprendentes. En cambio, se centra en la minuciosa disección de la psique de los personajes y en la exploración de la fragilidad de las relaciones sociales. El guion, coescrito por Walter Burns y De Palma, explora temas como la desconfianza, el prejuicio y la facilidad con la que el miedo puede corromper la comunidad. Aunque el ritmo puede resultar algo denso para algunos, la construcción del misterio y la exploración de las motivaciones de los personajes son elementos convincentes y que fomentan la reflexión posterior a la proyección.

La película, en definitiva, es un estudio de personajes inquietante y sugestivo que trasciende el género thriller. Es una película que se queda grabada en la memoria del espectador, alimentando dudas y generando una sensación de incomodidad. No ofrece respuestas fáciles y, en ese sentido, es mucho más poderosa que una simple historia de detectives.

Nota: 7.5/10