No puedo perderte por algo tan tonto como el sexo (1999)

“No puedo perderte por algo tan tonto como el sexo” es una comedia dramática que, si bien no logra la trascendencia prometida, ofrece un retrato honesto y a veces conmovedor de la adolescencia, el desengaño y la búsqueda de identidad. La película de Andrew Nishimura no es precisamente una obra maestra, pero sí un ejemplo de cine independiente con potencial, que se atreve a abordar temas complejos a través de un humor inteligente y con un toque de melancolía.

El director logra construir un ambiente palpable de frustración y desencanto en la comunidad obrera de Youngstown, Ohio. La película no idealiza la vida de los personajes, mostrando sus dificultades económicas, sus aspiraciones frustradas y la sensación de estar atrapado en un ciclo de pobreza y desesperanza. La dirección de fotografía, con tonos apagados y una paleta de colores realista, refuerza esta atmósfera de desolación sin caer en el melodrama. Nishimura se permite un cierto indulgencia visual, utilizando planos largos y conversaciones directas que reflejan la crudeza de la vida de los jóvenes.

Las actuaciones son sobresalientes. Nick Robinson, como Timothy Dumphy, ofrece una interpretación matizada y muy convincente. Logra transmitir la torpeza, la inseguridad y el deseo de aceptación del protagonista sin caer en la caricatura. Su evolución a lo largo de la película es gradual y creíble, lo que lo convierte en un personaje con el que es fácil empatizar. El resto del reparto, compuesto por jóvenes actores prometedores, también cumple con sus roles, aportando dinamismo y credibilidad a la trama. Particularmente la química entre Robinson y su mejor amigo, Danny (Casey Affleck), es notable y contribuye a crear momentos genuinos de humor y drama.

El guion, escrito por Andrew Nishimura y Casey Affleck, es uno de los puntos fuertes de la película. Evita los clichés del género adolescente, centrándose en las relaciones interpersonales y en la dificultad de las jóvenes generaciones para encontrar su lugar en el mundo. La película explora la presión social, la búsqueda de la identidad sexual, la angustia de la adolescencia y las consecuencias de las decisiones impulsivas, abordando temas relevantes sin moralizar ni juzgar. Si bien el ritmo a veces es un poco lento y algunas subtramas podrían haberse desarrollado con mayor profundidad, la película logra mantener el interés del espectador a través de sus personajes y su trama principal.

A pesar de sus defectos, "No puedo perderte por algo tan tonto como el sexo" es una película recomendable para aquellos que buscan una comedia dramática que ofrezca una visión honesta y sin filtros de la adolescencia. No es una película para reír a carcajadas, pero sí para reflexionar sobre las dificultades de la vida y la importancia de la amistad y el amor.

Nota: 7/10