No te olvides de mí (2016)

“No te olvides de mí” es una película que se aferra a la belleza austera de la provincia de Buenos Aires en los años treinta, no solo en su paisaje, sino también en la melancolía de sus personajes. El director, Daniel Monzón, consigue transmitir un ambiente de desesperación tranquila, una sensación de pérdida y la búsqueda incesante de algo que se ha perdido o nunca fue encontrado. La película no es una aventura llena de acción, sino un lento y reflexivo viaje que explora temas como la soledad, la familia, el perdón y la búsqueda de un propósito, elementos que resonarán profundamente en el espectador.

La dirección de Monzón es precisa y cuidada. La fotografía, en gran parte, depende de la luz natural, resaltando las tonalidades doradas del atardecer y las sombras que dan a la película un aire de misterio. El uso de planos amplios, que abarcan los campos infinitos, refuerza la sensación de aislamiento y la insignificancia del individuo frente a la inmensidad de la naturaleza. Sin embargo, no se limita a la estética; la cámara se detiene en las expresiones de los personajes, capturando sutiles detalles que revelan sus emociones más profundas.

Las actuaciones son sobresalientes. Santiago Cabrera, como Mateo, ofrece una interpretación magnética. Su personaje, un hombre marcado por su pasado, es a la vez vulnerable y enigmático. Cabrera logra transmitir la tristeza oculta tras la fachada dura de Mateo, y su relación con el gallo El Rey sirve como un símbolo de su propia búsqueda de un lugar en el mundo. Los hermanos Aurelia y Carmelo, interpretados por Nicolás Raggio y Lorenzo Capelli, también brindan interpretaciones sólidas, aportando la fragilidad y la inocencia de la juventud en busca de sus raíces. Su necesidad de encontrar a su padre genera momentos de gran emotividad y la película se beneficia de esta dinámica familiar disfuncional.

El guion, coescrito por Monzón y Moni Estrella, es un punto fuerte indiscutible. Evita los clichés del melodrama y se centra en la construcción de personajes complejos y realistas. La trama, aparentemente sencilla, se teje lentamente, revelando gradualmente las historias personales de los protagonistas y sus conexiones. La historia no se basa en eventos dramáticos, sino en la acumulación de pequeñas interacciones, gestos y miradas que sugieren más de lo que se dice explícitamente. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las decisiones que tomamos en la vida. Es una película que se queda con el espectador mucho después de que termina la proyección, alimentando preguntas sobre el destino, la memoria y la importancia de las relaciones.

Nota: 8/10