No te preocupes querida (2022)

“No te preocupes, querida” (Don't Worry Darling) es una película que deja un sabor agridulce en la boca, una ambición artística sofocada por un guion que, a pesar de sus brillantes ideas, no logra consolidarse en una experiencia cinematográfica plenamente satisfactoria. Lana Wachowski, en su regreso a la dirección, entrega un thriller psicológico con la estética retro de los años 50, una cuidadosa recreación visual que se convierte en uno de los puntos fuertes de la cinta. La dirección de arte y la cinematografía son impecables, creando una atmósfera opulenta y a la vez inquietante, que recuerda a las películas de ciencia ficción optimistas de la época dorada de Hollywood, pero con un toque sutil de horror que se va intensificando a medida que avanza la trama.

La historia, centrada en Alice Chambers, interpretada con una intensidad admirable por Florence Pugh, nos sumerge en una sociedad aparentemente idílica, Victoria, donde las familias de los trabajadores del Proyecto Victoria viven en un paraíso artificial. Sin embargo, la perfección superficial se desmorona lentamente, revelando oscuros secretos y una creciente sensación de desasosiego en Alice. Pugh logra transmitir con maestría el conflicto interno de su personaje, su duda, su frustración y, finalmente, su furia al cuestionar la realidad que le ha sido impuesta. La actuación de Chris Pine también es destacable, aportando una fachada de confianza y seguridad que contrasta a la perfección con la creciente paranoia de Alice. Jacob Elordi, aunque eficaz en su papel, no logra redimir completamente el personaje de Jack, a menudo percibido como un espécimen pasivo en la narrativa.

El principal problema de la película reside en su guion. A pesar de la premisa intrigante y la atmósfera opresiva, la trama se complica demasiado, repleta de giros argumentales forzados que, en lugar de sorprender, generan confusión y, en ocasiones, cierta incredulidad. La exploración de temas como el control, la manipulación y la pérdida de la individualidad es prometedora, pero la película no profundiza lo suficiente en estos aspectos, adentrándose en clichés del género y abandonando el desarrollo de personajes secundarios que podrían haber enriquecido la experiencia. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión palpable con pasajes lentos y contemplativos que, si bien contribuyen a la atmósfera, también ralentizan la historia. El subtexto, a veces, se vuelve confuso y la película no siempre ofrece respuestas claras, lo que puede resultar frustrante para el espectador.

Finalmente, la película busca una reflexión sobre el poder de la disidencia y el precio de la libertad, pero sin ofrecer un mensaje claro o una conclusión satisfactoria. “No te preocupes, querida” es, en definitiva, una película visualmente atractiva y con actuaciones sólidas, pero que no alcanza su potencial debido a un guion defectuoso y una dirección que, en ocasiones, parece dispersa. Aunque no es una obra maestra, merece la pena verla por sus imágenes y por la inquietante sensación que genera, pero esperando, quizás, que el final ofreciera más sustos y menos preguntas sin respuesta.

Nota: 6.5/10