No tengas miedo a la oscuridad (2010)

“No tengas miedo a la oscuridad” no es una obra maestra de horror, ni siquiera una contribución particularmente original al género. Sin embargo, la película, que se aprovecha de la base de un telefilm de la ABC de 1973, logra construir una atmósfera inquietante y un cierto encanto infantil que, contra todo pronóstico, la hacen notablemente efectiva. La película se centra en la llegada de Daisy (Bailee Madison), una niña de ocho años, a una casa rural donde su padre, Grant (Guy Pearce), se ha mudado con su nueva pareja, Allison (Katie Holmes). Rápidamente, Daisy descubre que la casa está habitada por seres espectrales, pequeñas criaturas de sombra que parecen más curiosas que malvadas. Este es un punto crucial: la película no se construye sobre la típica confrontación demoníaca, sino sobre la fascinación de la protagonista por estas entidades, lo que le otorga una perspectiva refrescante y, de alguna manera, más humana al horror.

La dirección de Kevin Williamson –conocido principalmente por su trabajo en “Scream”– es precisa y deliberada. Williamson se enfoca en crear tensión sutil, utilizando la iluminación y el sonido para generar una sensación constante de inquietud. La paleta de colores es predominantemente fría, con tonos azulados y grises que refuerzan la atmósfera opresiva. No hay sustos baratos o explosiones exageradas; la amenaza reside en lo que no se ve, en la sombra que acecha en la periferia de la vista. Las escenas que involucran a Daisy interactuando con las criaturas son particularmente bien ejecutadas, transmitiendo la mezcla de temor y curiosidad de la niña con una naturalidad conmovedora. Guy Pearce, como Grant, ofrece una interpretación contenida pero efectiva, transmitiendo la angustia de un padre que intenta proteger a su hija sin saber cómo.

Sin embargo, la película no está exenta de fallos. El guion, adaptado del telefilm, carece de profundidad y ambigüedad. Las motivaciones de las criaturas son borrosas, y el desarrollo de la relación entre Daisy y las entidades permanece superficial. A pesar de la intención de introducir una perspectiva infantil, el diálogo a veces se siente forzado y no siempre logra capturar la inocencia y el asombro de una niña. Katie Holmes, aunque con presencia en pantalla, se ve limitada por la escasa profundidad de su personaje. No obstante, la fotografía y la atmósfera son elementos que compensan en parte esta debilidad narrativa. La banda sonora, aunque no sobresaliente, contribuye a mantener la tensión y el misterio.

En definitiva, “No tengas miedo a la oscuridad” es una película que se beneficia de una ejecución técnica sólida y una atmósfera inquietante, pero que se ve obstaculizada por un guion poco ambicioso. Es una experiencia de horror psicológico que, si bien no dejará huella duradera, puede resultar inquietante y, en su conjunto, entretenida para aquellos que buscan una historia de fantasmas que se centre más en la curiosidad que en el terror puro.

Nota: 6/10