Noche de fin de año (2011)

“Noche de fin de año” (New Year’s Eve) de Paul Feig es, en el fondo, un festín de melodramas y clichés navideños envuelto en un sofisticado barniz de producción y un reparto estelar. No pretende romper paradigmas, ni mucho menos. Es un filme deliberadamente dirigido al entretenimiento superficial, una comedia romántica con toques dramáticos que se beneficia de la atmósfera festiva y de la atracción del público por las fechas de fin de año. Sin embargo, la dirección de Feig, si bien competente, no logra trascender la fórmula, y el resultado final, aunque agradable, no deja una huella duradera en la memoria cinematográfica.

La película se construye a través de cuatro líneas argumentales aparentemente independientes que convergen en la noche de fin de año en Nueva York. El tratamiento de estas historias, sin embargo, resulta un tanto desequilibrado. La historia del hombre hospitalizado, interpretada con honestidad por Michelle Pfeiffer, es la más emocionalmente resonante, ofreciendo momentos genuinos de introspección y desesperación. Su interpretación es, sin duda, el punto más sólido de la película, y la capacidad de Pfeiffer para transmitir la fragilidad y el anhelo de un hombre a punto de morir, es un triunfo. En contraste, las otras historias, aunque individualmente interesantes, se sienten a menudo forzadas y llenas de situaciones improbables. La trama del hombre que odia las fiestas navideñas, interpretado por Josh Gad, se siente como un gag recurrente que no se explora en profundidad, y el melodrama con el que se trata, carece de la sutileza necesaria para resultar convincente. La mujer de negocios que persigue sus objetivos y la productora del espectáculo del Times Square, ambas ofrecen intentos de complejidad, pero terminan siendo personajes secundarios que sirven para impulsar las tramas principales.

La dirección de Feig se centra en la estética y en la creación de un ambiente festivo que, a pesar de ser impecable, puede resultar un poco artificioso. Las escenas en Times Square, con la multitud, las luces y el ambiente caótico, son visualmente impactantes, pero, en su mayoría, se utilizan de manera convencional. La banda sonora, un estándar en películas románticas, sirve para intensificar las emociones, pero también contribuye a la sensación de que la película está apelando a los sentimientos del espectador de una manera directa y predecible. Las actuaciones del resto del reparto son correctas, aunque no destacan especialmente, y la química entre los protagonistas, interpretados por Ryan Reynolds y Michelle Keegan, es leve y poco convincente. Se entiende que la relación debe ser conflictiva, pero la falta de chispa entre los actores dificulta la identificación del público con su romance.

En definitiva, “Noche de fin de año” es un entretenimiento ligero y agradable para las fechas de Navidad, pero que no ofrece nada de original ni de particularmente memorable. Es un cliché navideño bien ejecutado, pero que no logra superar su propia naturaleza comercial. El filme espiando a los grandes dramas románticos, pero, a la larga, se queda en la superficie. Es un producto sin pretensiones que busca satisfacer la demanda del público por historias de amor y esperanza en la noche de fin de año.

Nota: 6/10