Nola (2003)

“Nola” es, en su esencia, una de esas comedias románticas que te abrazan con su dulzura y te dejan con una sonrisa forzada. Pero, como suele suceder con este género, la película va más allá de la superficie, construyendo una pequeña fábula sobre la búsqueda de la identidad y la sanación a través de las relaciones inesperadas. La historia de Nola, una joven compositora que huye de un hogar disfuncional en Kansas para encontrar a su padre, es un cliché de comedia romántica, sí, pero se sirve con una sensibilidad y un toque de realismo que la elevan por encima de lo puramente sentimental.

La dirección de Claire Miller es inteligente y sutil. Observa a Nola (interpretada con una vulnerabilidad conmovedora por Anya Taylor-Johnson) y la rodea de un aura de melancolía, pero nunca la empuja hacia la tragedia. Hay una cuidadosa elaboración de la atmósfera neoyorquina, aprovechando al máximo la belleza decadente de la ciudad. Los planos son ricos en detalles, capturando la esencia de los pequeños momentos que conforman la vida cotidiana de Nola, desde las cafeterías llenas de jazz hasta los callejones solitarios. Miller sabe jugar con la iluminación para intensificar las emociones, especialmente en las escenas donde Nola se enfrenta a los fantasmas de su pasado.

Taylor-Johnson ofrece una actuación cautivadora. Su Nola es un personaje imperfecto, lleno de inseguridades y frustraciones, pero también de una fuerza interior que la impulsa a seguir adelante. La química entre ella y el actor que interpreta a su interés romántico, Leo (interpretado por Ben Whishaw), es genuina y creíble. Whishaw aporta un matiz de dulzura y sofisticación que contrasta perfectamente con la vivacidad de Nola. Sin embargo, debo señalar que el guion, aunque en general sólido, podría haber explorado con mayor profundidad las complejas dinámicas familiares de Nola. La resolución de su pasado, si bien satisfactoria, se siente un tanto apresurada.

A pesar de este pequeño inconveniente, “Nola” es una película agradable y reflexiva. No es una obra maestra que cambiará tu percepción del cine, pero sí es una compañía reconfortante. El guion, coescrito por Miller, presenta temas universales como la búsqueda del amor, la aceptación y la superación de traumas. La banda sonora, compuesta por Nicholas Britell, es otro punto fuerte, complementando a la perfección la atmósfera de la película y añadiendo una capa emocional adicional. En definitiva, es una película que te recuerda que, a veces, los destinos más inesperados pueden llevarnos a los lugares más felices.

Nota: 7/10