Nola Darling (1986)

“Nola Darling” de Spike Lee no es una película que se entiende con la cabeza, sino que se siente con la piel. Esta debutante joya, un ejercicio de libertad creativa y compromiso social, emerge como un documento cinematográfico profundamente personal y, a la vez, sorprendentemente universal. Lee, en su primer largometraje, no busca la perfección técnica, sino una verdad cruda y sin filtros, y logra un resultado que raya en lo inusual y, en última instancia, inconfundible.

El blanco y negro, con destellos de color sutiles y evocadores, contribuye significativamente a la atmósfera de la película. No es una decisión estética fría y distante, sino una elección deliberada para acentuar la ambigüedad moral y el retrato de la sociedad estadounidense de la época. Lee, como siempre, se atreve a explorar las sombras, a mostrar los detalles incómodos y las contradicciones de un mundo en constante cambio. La paleta de colores, utilizada con maestría, no es un simple decoro, sino que se integra en la narrativa, reflejando el estado emocional de los personajes y la complejidad de sus relaciones.

La dirección de Lee es, simplemente, magistral. Su estilo inconfundible, caracterizado por la improvisación, el uso de primeros planos intensos y la creación de un ambiente palpable, está en plena forma. La película se siente como una conversación improvisada, una escena de un teatro de la vida real. El enfoque en las expresiones faciales y el lenguaje corporal de los actores es constante, lo que convierte cada momento en una revelación sutil. Lee no intenta guiar al espectador hacia una interpretación predefinida; más bien, le ofrece un conjunto de imágenes y situaciones que invitan a la reflexión personal.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. Loretha Long, como Nola Darling, entrega una interpretación reveladora. Captura la desesperación, la rebeldía, la confusión y la vulnerabilidad de una mujer atrapada entre las expectativas sociales y sus propios deseos. Las relaciones de Nola con los tres pretendientes – un cantante de blues, un empresario y un policía – están cuidadosamente construidas y ofrecen una mirada inquietante a la dinámica de poder y las convenciones sociales. Los actores secundarios también cumplen su función a la perfección, contribuyendo a crear un retrato realista y convincente de la comunidad de Brooklyn. La película no idolatra a nadie; todos los personajes, incluso los más problemáticos, son presentados con una mezcla de empatía y crítica.

El guion, escrito por Lee, se centra en la dificultad de la mujer joven para definir su propia identidad en un mundo dominado por hombres. La película explora temas de raza, clase y sexualidad de forma inteligente y provocadora, sin caer en clichés. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, plantea preguntas difíciles y anima al espectador a cuestionar sus propias creencias y prejuicios. “Nola Darling” es, en definitiva, una obra audaz, original y profundamente conmovedora, un punto de inflexión en la carrera de un director que, con este debut, ya demostró tener un talento innato para la observación, la experimentación y la defensa de una visión particular del mundo.

Nota: 8.5/10