Non ci resta che il crimine (2019)

“Non ci resta che il crimine” (No nos queda más que el crimen) es una película que se atreve a apostar por una premisa original y, a primera vista, descabellada: un grupo de amigos, cansados de la precariedad económica de la España de 1982, decide convertir el oscuro pasado criminal de Madrid en una atracción turística macabra. La historia, ambientada en un Madrid rebosante de la tensión generada por la época de la Copa Mundial, no solo sirve de telón de fondo para una comedia negra que juega con el suspense y la improvisación, sino que también ofrece un retrato sorprendente de la España de aquellos años, lejos de los clichés propagandísticos.

La dirección de Edoardo Leo es magistral. Logra equilibrar la ligereza del argumento con la seriedad inherente a la investigación criminal que está gestándose. Leo no busca la grandilocuencia, sino la crudeza, la autenticidad. Se aprecia una clara influencia de Tarantino, en la forma en que se construye la tensión y se presenta la información, pero con un sello propio, más cercano al cine de autor. La película respira Madrid en esa época, con sus bares, sus calles, su gente, y una atmósfera palpable de peligro y oportunidad. La fotografía, con su paleta de colores nostálgica y su iluminación cuidada, contribuye significativamente a la inmersión visual.

Las actuaciones son sobresalientes. Alessandro Gassmann, Marco Giallini y Gianmarco Tognazzi, interpretan a tres amigos con personalidades bien definidas y complementarias. No se trata de héroes, sino de hombres comunes, ambiciosos, con sus defectos y sus ilusiones. Su química es innegable y la evolución de su relación a medida que se enfrentan a la realidad de la Banda della Magliana es el corazón de la película. Edoardo Leo, que también actúa, aporta una presencia firme y una naturalidad que le permite guiar la historia con maestría. La interpretación del resto de actores que forman parte de la banda criminal, particularmente el personaje de Filippo Bompadre, resulta particularmente convincente, dotando a la amenaza criminal de una fuerza y un dinamismo muy bien ejecutados.

El guion, obra de Leo y Francesco Ciapponi, es quizás el elemento más destacado de la película. La premisa, aunque audaz, se desarrolla con inteligencia y dinamismo, evitando caer en la parodia. La película no se limita a recrear hechos históricos, sino que los utiliza como un detonante para explorar temas como la pobreza, la ambición, la moralidad y las consecuencias de nuestras decisiones. La trama se complica a medida que los amigos se adentran en el submundo criminal, y la película logra mantener al espectador en vilo hasta el final. El ritmo es ágil, alternando momentos de humor negro con escenas de tensión y suspense, logrando un equilibrio perfecto. La banda sonora, con canciones de la época, es un elemento fundamental para crear la atmósfera de Madrid en 1982.

Nota: 8.5/10