“¡Nop!”, la última película de Robert Rodriguez, es una incursión audaz y a veces desconcertante en el territorio del western surrealista, una suerte de hibridación entre “El Topo”, “Los lobos de Dios” y un toque de “El Árbol de la Vida”. No es una película que guste a todo el mundo, y probablemente la mayoría de quienes la vean la deban tomar con una pizca de sal, pero si buscas una experiencia cinematográfica que te provoque, que te despierte la mente y te obligue a cuestionar lo que creías saber sobre el género western, entonces “¡Nop!” puede ser una elección interesante.
La dirección de Rodriguez es, como siempre, teatral y visualmente impactante. El uso del color, en particular el vibrante ocre y el rojo sangre que predominan en el paisaje, crea una atmósfera opresiva y onírica, que se intensifica con la peculiaridad de la película. Rodriguez, lejos de imitar el género western tradicional, lo desconstruye por completo, construyendo un mundo donde la realidad se difumina y lo imposible se convierte en cotidiano. Las escenas de acción, aunque estilizadas y a veces exageradas, se integran perfectamente en la narrativa, actuando como momentos de ruptura, de desconexión con la lógica convencional. El director domina la cámara con maestría, utilizando planos largos y complejos que sugieren más de lo que muestran, obligando al espectador a participar activamente en la construcción del significado.
El reparto es, en general, excelente. Billy Porter, en el papel de Nop, el personaje central, ofrece una interpretación magistralmente matizada. Porter logra transmitir la complejidad de un hombre que ha vivido una vida llena de sufrimiento y pérdida, pero que aún conserva un destello de humor y esperanza. Es un personaje vulnerable y trágico, pero también sorprendentemente ingenioso. El resto del elenco – incluyendo a Nathan Lane, Denis Leary y a un Walter Hill sorprendentemente rejuvenecido – contribuyen con interpretaciones sólidas, aunque algunos personajes son un poco más caricaturescos que otros. La química entre los actores es palpable y se refleja en la dinámica del grupo, lo que añade credibilidad a las situaciones surrealistas que se desarrollan.
El guion, adaptado de una novela de Hampton Sides, presenta un argumento denso y a menudo confuso. La historia, que involucra una búsqueda de la inmortalidad, la redención y la identidad, se complica con personajes que parecen surgir de la nada y acciones inexplicables. Si bien la ambigüedad es un componente clave del estilo de Rodriguez, a veces la trama se vuelve demasiado abstracta y se pierde el rumbo. Las referencias religiosas, la filosofía y la mitología, aunque interesantes, no siempre se integran de manera fluida en la narrativa. Sin embargo, incluso en sus momentos más densos y abstractos, la película mantiene un ritmo incesante y una calidad visual que cautivan al espectador. El guion, en última instancia, se centra más en la atmósfera y el simbolismo que en una resolución clara, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.
“¡Nop!” no es una película para todos los gustos, y su peculiaridad podría ser un factor disuasorio. No es un western convencionales, ni un cuento de hadas, sino más bien una invitación a la reflexión y a la interpretación. Es una película que exige atención, que requiere paciencia y, sobre todo, una mente abierta. Aunque pueda resultar desconcertante, su belleza visual y el juego de ideas que propone la convierten en una experiencia cinematográfica memorable.
Nota: 7/10