Nuestras damas (2019)

“Nuestras damas” (Our Ladies) es una película que, a primera vista, podría parecer un simple coming-of-age con un toque escocés y un poco de rebeldía adolescente. Sin embargo, tras una más profunda reflexión, se revela una obra sorprendentemente matizada y sutil, capaz de evocar el aroma de la whisky escocesa, el murmullo de las conversaciones nocturnas y, sobre todo, la complejidad de la adolescencia femenina. Dirigida por Frances Morris, la película se centra en un grupo de chicas de una escuela católica en la Escocia de los años noventa, quienes se ven envueltas en una auditoría de la iglesia y, a la vez, se embarcan en una serie de desventuras que desafían las normas y expectativas de su entorno.

Lo que realmente distingue a esta película es la forma en que Morris explora la dinámica entre las jóvenes. No se trata de una glorificación de la diversión irresponsable; más bien, presenta un retrato realista y, a menudo, incómodo de la búsqueda de identidad en la adolescencia. Las chicas, interpretadas con una naturalidad impecable por un reparto joven y talentoso, no son caricaturas de chicas rebeldes. Somos testigos de sus inseguridades, sus miedos y sus deseos, todo ello mezclado con la impulsividad propia de su edad. El director ha logrado capturar esa mezcla de vulnerabilidad y fortaleza que caracteriza a las adolescentes, mostrando que la búsqueda de la libertad a veces se convierte en una búsqueda de sí mismas.

La dirección de Morris es notablemente discreta, optando por un estilo visual que prioriza la inmersión en el ambiente y el desarrollo de la atmósfera. La cámara no interviene constantemente, permitiendo que los diálogos y las interacciones entre las chicas sean el eje central de la narrativa. La película se beneficia enormemente del paisaje escocés, que se convierte en un personaje más, complementando la sensación de aislamiento y la mezcla de belleza y melancolía que impregna la historia. La banda sonora, compuesta por Kris Devon, contribuye a esa sensación, integrando con maestría melodías que evocan tanto la inocencia perdida como la rebeldía adolescente.

Si bien el guion, escrito por Sarah Kane, no es la obra maestra que se podría esperar, sí es sólido y proporciona una base sólida para el desarrollo de los personajes y la trama. La historia se centra en la auditoría de la escuela y el cuestionamiento de las rígidas normas de la iglesia, pero estos elementos sirven principalmente como catalizadores para explorar las relaciones entre las chicas y su propia evolución personal. Algunas subtramas podrían haberse desarrollado con mayor profundidad, pero la película logra crear un sentido de urgencia y una tensión constante, manteniendo al espectador enganchado a su destino. Las actuaciones son excepcionales, destacando especialmente a las interpretaciones de la joven Lily Sullivan y de Molly Burke, que encarnan con maestría la complejidad emocional de sus personajes.

En definitiva, “Nuestras damas” es una película que se queda en la memoria. No es un espectáculo grandioso, pero sí una exploración honesta y conmovedora de la adolescencia femenina, la religión y la búsqueda de la libertad. Es un film que requiere de una atención plena, pero que recompensa al espectador con una experiencia cinematográfica rica y memorable.

Nota: 7.5/10