Nuevo Orden (2020)

“Nuevo Orden” es una película que, a pesar de su aparente sencillez narrativa, logra generar una atmósfera inquietante y una reflexión inquietante sobre el poder, la corrupción y la fragilidad de la estabilidad social. La historia, centrada en una familia adinerada cuya vida se ve sacudida por un levantamiento popular y, posteriormente, la desaparición de su hija recién casada, se presenta como una lente a través de la cual se examinan las consecuencias de la opresión y la vulnerabilidad de los individuos ante la maquinaria estatal.

La dirección de Jorge Fons es notablemente sutil pero efectiva. Fons evita el melodrama expositivo, optando por un enfoque más narrativo y evocador. La cinematografía, con predominio de tonos oscuros y una paleta de colores apagados, contribuye significativamente a la sensación de claustrofobia y desasosiego. La película no depende de explosiones o persecuciones frenéticas; su fuerza reside en la tensión psicológica, en el lento aumento del pánico y en la gradual erosión de la normalidad de los personajes. Fons logra plasmar con maestría la sensación de que la paz superficial es una mera máscara que oculta una realidad mucho más turbia.

Las actuaciones son sólidas en su conjunto, con especial mención a la de la actriz principal, Valentina de las Fuentes, quien interpreta a la novia desaparecida con una intensidad conmovedora. Su interpretación transmite la confusión, el miedo y la desesperación de una joven que se encuentra repentinamente inmersa en un caos que no entiende. El resto del elenco secundario también cumple con creces, ofreciendo personajes creíbles y atormentados por las circunstancias. No obstante, es la sutileza en las miradas y los gestos de los personajes, más que las grandilocuentes monologos, los que realmente establecen la dinámica de la historia.

El guion, escrito por Fons y otros colaboradores, es, en definitiva, lo que más cautiva de la película. La trama se desarrolla con una inteligencia palpable, evitando los clichés del género thriller político. La película no intenta ofrecer respuestas fáciles ni juicios morales simplistas. En cambio, se centra en mostrar las consecuencias de la violencia, el dilema de los individuos atrapados entre la ley y la justicia, y el precio que se paga por la complicidad. La historia de la familia adinerada actúa como un microcosmos que refleja la problemática social más amplia. La película plantea preguntas incómodas sobre la responsabilidad individual y colectiva, y sobre la facilidad con la que se pueden destruir las estructuras sociales y los valores éticos. Es una obra que invita a la reflexión y que, al finalizarla, deja un sabor amargo y perturbador en la memoria.

Nota: 7/10