Nunca en domingo (1960)

“Nunca en domingo” (Never on Sunday, 1950) es una joya cinematográfica, un estudio de personajes que te atrapa desde el primer plano de Melina Mercouri como Stella, una prostituta griega residente en un hotel de lujo en Atenas. Jules Dassin, a través de su dirección precisa y elegante, construye una narrativa cargada de matices que trasciende el género comedia, tejiendo una historia de deseo, frustración y la búsqueda incesante de la identidad. No es una comedia ligera; es un drama con toques humorísticos, un retrato de la soledad y la dificultad de romper con el pasado.

La película se centra en la relación entre Stella y el escritor estadounidense, Henry (played with restrained elegance by Sherman Holmes). Él, un hombre de letras en busca de inspiración, intenta guiar a Stella fuera de su oficio, proponiéndole un cambio de vida. Sin embargo, la rutina, los recuerdos y la propia Stella se resisten a cualquier intento de transformación. Dassin juega magistralmente con el contraste entre el lujo del hotel y la vida precaria de Stella, entre el bullicio de la ciudad ateniense y el silencio introspectivo de la protagonista. La fotografía de Arthur Prinz, con su luz cálida y colores terrosos, contribuye a crear una atmósfera de nostalgia y melancolía que envuelve la película.

La actuación de Melina Mercouri es, sencillamente, deslumbrante. Ella no sólo domina el papel de la prostituta con una autenticidad conmovedora, sino que también consigue transmitir la complejidad emocional de Stella. Su mirada, sus gestos, incluso su voz, revelan una profunda tristeza y una intensa lucha interna. Sherman Holmes, aunque en un papel menos prominente, ofrece una interpretación sólida, manteniendo la compostura y la dignidad de un hombre que se ve confrontado con la realidad desoladora que presenciona. La química entre los dos actores es palpable, intensificando el drama y la tensión emocional de la trama.

El guion, adaptado de la obra de teatro de George Calderón, es inteligente y bien construido. Evita los clichés y las soluciones fáciles, explorando en profundidad las motivaciones de los personajes y las consecuencias de sus decisiones. La película no juzga a Stella, sino que la presenta como una mujer atrapada por su pasado y por las circunstancias que la han condicionado. La película plantea cuestiones sobre la libertad, la responsabilidad y el precio de la felicidad. La ambigüedad moral es un sello distintivo de la obra, invitando al espectador a reflexionar sobre sus propios valores y prejuicios. La tensión dramática se mantiene constante gracias a la habilidad de los guionistas en el manejo de los diálogos y de la subtrama que explora la relación entre Stella y el maitre del hotel, un personaje secundario pero crucial para el desarrollo de la historia.

En definitiva, “Nunca en domingo” es una película memorable, un clásico del cine que merece ser visto y revisado. Una obra maestra del melodrama neorrealista, que sigue siendo relevante por su capacidad para conmover y provocar reflexión.

Nota: 8.5/10