Nunca entre amigos (2015)

“Nunca entre amigos” es un drama psicológico que se adentra en las profundidades de la adicción al sexo y sus consecuencias devastadoras en las relaciones humanas. La película, dirigida por Phil Stead, no intenta ofrecer respuestas fáciles ni un sentimentalismo excesivo, sino que se centra en el crudo retrato de dos individuos, Jake y Lainey, atrapados en un ciclo destructivo que comenzó hace más de una década. La historia, aunque inicialmente parece un cliché, se sostiene gracias a una ejecución notable y a unas interpretaciones sólidas que la alejan de la mera melodramatización.

La dirección de Stead es minimalista pero efectiva. La cámara observa a sus protagonistas sin intervenir, permitiendo que el espectador se sumerja en su mundo interior y observe la incomodidad, la ansiedad y el vacío que experimentan. Hay una fuerte presencia de planos cerrados, especialmente en las escenas donde Jake y Lainey interactúan, que intensifican la tensión y la sensación de claustrofobia emocional. Este enfoque estilístico, junto con la banda sonora discreta, crea una atmósfera inquietante y propicia la reflexión. Se percibe un cuidado especial en la construcción del espacio, reflejando la propia disrupción interna de los personajes.

Las interpretaciones de Liam Neeson y Kate Bosworth son, sin duda, el corazón de la película. Neeson, conocido por su versatilidad, ofrece una actuación magnética como Jake, un hombre marcado por la culpa y la búsqueda de la redención. Su mirada, por momentos, transmite una profunda melancolía. Bosworth, por su parte, logra dar vida a Lainey, una mujer frágil y vulnerable que lucha por controlar su impulsividad. La química entre ambos actores es palpable, aunque no se basa en un romance evidente, sino en una comprensión tácita de las miserias del otro. Las escenas donde se enfrentan, ya sea en la terapia o en las reuniones de adictos al sexo, son especialmente intensas y reveladoras. Se sienten la atracción, la frustración y el temor a quedar atrapados en sus patrones autodestructivos.

El guion, adaptado de un relato de Christopher Reich, es inteligente y no cae en simplismos. Explora el tema de la adicción como un trastorno complejo, con raíces en la soledad, la inseguridad y la búsqueda de validación. La película no juzga a sus personajes, sino que los presenta con honestidad y empatía, mostrando las consecuencias dolorosas de sus actos y la dificultad de romper con el pasado. Se enfatiza el impacto emocional de sus acciones en sus parejas anteriores, sin recurrir a escenas de dramatismo innecesario. El desarrollo de la relación entre Jake y Lainey, basada en una amistad platónica que evoluciona de forma natural y gradual, es un elemento fundamental para construir una narrativa coherente y convincente.

Sin embargo, la película, en algunos momentos, podría haber profundizado más en la exploración de los traumas subyacentes que impulsan el comportamiento adictivo de los personajes. Algunos de los diálogos son algo torpes y artificiosos, lo que restaría fuerza a algunas de las escenas clave. A pesar de ello, "Nunca entre amigos" es una película recomendable para aquellos que buscan un drama psicológico serio, con personajes complejos y una reflexión honesta sobre la naturaleza humana y las consecuencias de nuestras decisiones.

Nota: 7.5/10